Estamos a sólo un día de que los camposantos vuelvan a ser noticia. Cada cual rinde homenaje a los suyos de la forma que mejor entiende. En mi caso, no necesito que llegue el 1 de noviembre para hacerlo, pero es cierto que el Día de Difuntos el silencio del camposanto aviva la memoria€

Algunos de esos recuerdos tienen que ver con lo que mis abuelos me contaron de la triste contienda civil. Uno no eligió trinchera: le vino dada. No tenía convicciones ideológicas marcadas. Le tocó el bando de los sublevados por una cuestión geográfica: había nacido en esa zona. Tal vez por eso, apenas comentaba sus vivencias de aquellos amargos años, excepto un episodio. Recordaba cómo siendo ferroviario en Aragón, al llegar a las proximidades del frente, la artillería enemiga se empeñaba en alcanzarle con obuses de gran calibre. Poco más compartía...

Lo de mi otro abuelo era otro cantar. Republicano convencido, no costó mucho que me enseñara su escondido carné sindicalista de la época, que había conservado como un tesoro. Me habló de la toma de Teruel, del frío, de los piojos, del hambre y de la metralla que recibió y que le tatuó su frente de por vida; y ante la emoción de uno de sus nietos ávido de conocer el pasado, rememoró canciones que cantó mientras cruzaba ríos de noche, revivió los bombardeos de las Pavas, el rugir de los T26... cosas que hoy se estudian en los libros.

Mis dos abuelos fueron bendecidos por el destino y sobrevivieron, y sus hijos formaron familias hasta llegar a la mía propia, mientras el país vivía aletargado y agotado por la contienda. Y llegaron bodas, bautizos, comuniones, noches de fin de año... y los antiguos contendientes se juntaban a menudo, sin evocar trincheras ni deudas pendientes. El pasado había quedado enterrado: bebían, reían, cantaban y se fotografiaban juntos. Jamás escuché un reproche o un lamento referido a los años en que estuvieron en bandos enfrentados.

La actividad política puede fracturar un sistema. Entiendo que haya otras memorias de la guerra cruentas y víctimas que deben ser legítimamente reparadas, pero creo no dejarme llevar por la experiencia vivida en mi familia si interpreto que algunas voces que hoy claman justicia por lo ocurrido hace 80 años, encierran tono de revancha o persiguen otros objetivos.

Llegará el Día de Difuntos y recordaré con nostalgia y respeto las historias que escuché de joven y que, con el tiempo, uno convierte en leyendas. Peo sobre todo, seguiré creyendo en la fraternidad y la reconciliación.