«La mar s'ha eixamplat al davant nostre/

i s'ha inmobilitzat tota la llum/

amb la paraula». Emili Rodríguez-Bernabeu (Alacant,1940)

Hemos ido contra la historia. Con treinta años de retraso el Corredor Mediterráneo, en vez de llegar por el camino más corto, ha comenzado a ir en zig-zag. Si los que mandan en Madrid—socialistas y populares-- hubieran sido inteligentes, la problemática de la Comunitat Valenciana y sus carencias estarían subsanadas. Contrapesaría en el contencioso catalán. Josep Vicent Boira, ha actuado en Tribuna Mediterránea. Es comisario del Gobierno (español) para el Corredor Mediterráneo, con sede en València. Depende de ADIF y del ministerio de Fomento, cuyo titular es José Luís Àbalos. Josep Vicent es un político en ciernes sin perfilar. Un valor en alza. Cita al Papa Francisco. Un diamante en bruto.

Dos piezas. Josep Vicent Boira hizo una exposición brillante -valenciano y castellano barrejat-, como corresponde a un catedrático de Geografía, ilustrado y experto en el Corredor Mediterráneo. Ha tenido un presentador de lujo. Su amigo y admirado Enric Juliana, periodista, subdirector y estratega del diario La Vanguardia adelantado en Madrid, que se desplazó desde Zaragoza a València. Descartó la opción del tren. Ni puente aéreo ni AVE cantábrico ni ferrocarril mudéjar para avanzar en la doctrina homologadora de que todos los españoles somos iguales. Menos los más perjudicados. Aunque hay razones -económicas, logísticas, históricas, culturales y políticas—para que las comunicaciones interterritoriales fueran equivalentes. Un agravio comparativo.

Nexo. A Boira, bregador del Cabanyal curtido en mil batallas, le ha podido el subconsciente y desveló claves reveladoras del Corredor Mediterráneo, que se superpone a los siglos, a las generaciones y al signo de los gobiernos. El exsecretario autonómico de Infraestructuras dice ignorar lo que opina Compromís sobre el Corredor. Universitario, geógrafo, convencido del factor mediterráneo. Con excelentes conexiones en la Catalunya académica, mediática y política, sabe que la historia, la economía, la cultura y el progreso del País Valenciano, dependen de cuanto ocurra en Catalunya, en Balears y en los territorios vecinos. Aragón, uno de ellos y el destino de la uniprovincial Murcia, dependen de los avatares que afecten a los valencianos. Aragón que complace a su presidente, Javier Lambán, y a Aurelio Martínez- zaragozano con mando en el Puerto de València-, es compañero de viaje, pero no tan fundamental como para que las clases dirigentes desvaríen y se resignen a aceptar que el Corredor Mediterráneo pasa por Zaragoza, para ir a la frontera francesa en el vértice cantábrico.

Dientes de sierra. Sólo hay un Corredor Mediterráneo. El que conecta Almería y Murcia con la frontera de Port Bou-Figueres, vía Alicante, hacia Catalunya, por la Comunitat Valenciana. Lo demás son zigs- zags, para contentar a la parroquia, marear el problema y aparentar lo que no es. La historia está ahí. Los viajeros y las mercancías que circulan, desde y por la Comunitat Valenciana, necesitan ir -por ferrocarril- en paralelo a la Autopista del Mediterráneo. Que no decidió ningún trasnochado, sino los organismos internacionales que racionalizan la eficacia de las comunicaciones. El Banco Mundial que financió en la dictadura, la primera y más importante autopista que existe en España --la del Mediterráneo-- decidió, de acuerdo con la Comisión Europea, que si sólo se construía una autopista en territorio español, había de ser la que discurría por el litoral mediterráneo. Precisamente el recorrido que nos han hurtado para el ferrocarril. El que permita ser competitiva a la Comunitat Valenciana para existir con dignidad.

Tren y más. El coordinador del Corredor habló de cuestiones capitales. El Corredor Mediterráneo, que se ha vendido como ferroviario, es además marítimo, aéreo y por carretera. Más que nada mental. Tiene sus nudos en las ciudades, en los puertos, en los aeropuertos y en las vías. Todos a la vez sirven para relanzar el potencial mediterráneo. Más Vía Augusta que Ruta de la Seda. Los valencianos podemos ser triunfalistas. La situación de la Comunitat Valenciana en el flanco mediterráneo de la Península Ibérica es privilegiada. Catalunya nos necesita. El resto de España también. Con Balears, se le escapó a Boira, lo que necesitaríamos es un puente o un túnel. Como no se van a proyectar, habremos de suplirlo mediante tecnología, innovación, los avances marítimos y los aéreos. Y con el sentido de hermandad complementaria que nos une con ses illes Balears. Común es nuestra historia y nuestro destino interdependiente.

Competir. Por el Corredor Mediterráneo discurren muchos intereses. Los de los españoles que saben lo que se llevan entre manos, los de los 27 socios europeos, los políticos, los culturales, los comerciales y distintos grupos de presión económico-empresarial (Fermed, AVE) deseosos de que el Corredor Mediterráneo se presupueste y funcione. Del Corredor depende la concepción plural de España para que los territorios y todas las sensibilidades se sientan en casa. En opinión de Boira, « baza más importante para competir en un mundo globalizado». Así sea.