Diversos pensadores han analizado el hecho catalanista como una religión política. El tema, para un ateo como yo, me ha suscitado una enorme curiosidad.

Las religiones tienen en común creer en un Dios y en sus profetas. Prat de la Riba profeta del catalanismo dijo: «La religión catalanista tiene como Dios a la Patria».

Su Dios es la Patria catalana que se convierte en el Paraíso en la Tierra soñada, en la unidad de destino en lo universal. Creen en su Dios y en sus profetas

El historiador catalán Francisco Oya recopila algunos textos de los profetas del catalanismo.

Uno de los fundadores del nacionalismo catalán fue el escritor Pompeu Gener (1848-1920), En un ensayo publicado a finales del siglo XIX, decía: «Creemos que nuestro pueblo es de una raza superior a la de la mayoría de los que forman España. Sabemos por la ciencia que somos arios€ Nosotros [los catalanes], que somos indogermánicos, de origen y corazón, no podemos sufrir la preponderancia de tales elementos de razas inferiores».

Enric Prat de la Riba, fundador de la liga regionalista escribía: «Los castellanos que los extranjeros designan en general como españoles son un pueblo en el que el carácter semítico es predominante, la sangre árabe y africana€»

Francisco Cambó, cofundador y líder de la Liga Regionalista expresó en 1911 que el «problema regionalista» era una cuestión de fe, de creer en cada patria particular.

Dios, los profetas y la fe religiosa. Decía Hernry L. Mencken, escritor norteamericano, «La fe puede ser brevemente definida como la creencia ilógica en la ocurrencia de lo improbable».

Los nacionalistas catalanes veneran al fundador de ERC y expresidente de la Generalitat Francesc Macià (1859-1933) En un escrito publicado en 1923, advertía que el resto de españoles llegados a Barcelona, a los que calificaba como «la gitanada inmensa», corrompían a la sociedad catalana: «Esta inmundicia de basuras que han colmado la indignación de tantos sutilísimos comodones, no nos ha aterrorizado mucho a nosotros, acostumbrados a soportar la existencia de otra inmundicia más grande, la gitanada inmensa».

Otra característica de las religiones son sus símbolos, sus iconos, sus clérigos. La bandera de la estrella, los lazos amarillos, su victimismo sus organizaciones de estrilo clerical como Ómnium y ANC, sus procesiones, sus fiestas de guardar y sus santos. Y todo ello crea una religión obligatoria y quien no la profese no tiene cabida. Porque esa religión se trasmite 'por una lengua y especialmente como antes hemos visto por la sangre. Los partidos de esta religión están formados por listas electorales con apellidos casi exclusivamente catalanes.

Otra característica de esta religión política es la mentira, las medias verdades, la creación de una historia bíblica que generara un relato victimista, en el que se demostrara la perversidad del enemigo, del extranjero, del opresor. Y aquí aparece el maniqueísmo entre los buenos y los malos. Unos colocan bolsas amarillas, los malos las quitan. Así se creó el relato fantasioso, mentiroso y emocional de 1714 cuyo objetivo es movilizar fácilmente a la gente. Ese mito, dicen los historiadores, está lleno de mentiras.

La religión necesita de mártires (huidos y presos) y de una labor de evangelización a través de los medios de comunicación afines (TV3) labor de propaganda continua y profunda para la transmisión de la «buena nueva».

Pues bien, la gobernabilidad de España, los presupuestos, el bienestar de los ciudadanos, el futuro próximo depende de esta religión y de sus fieles.

No sé a quién rezar.