Estamos en puertas de la primera advección fría del invierno, aunque las mínimas ya llevan tiempo bajas por la inversión térmica típica de estos anticiclones invernales. No obstante, ésta parece que se puede notar más claramente en las máximas y en las zonas de media y alta montaña, y no sólo en las mínimas de los fondos de valle. No me atrevo todavía a llamarla ola de frío porque aún no sé si cumplirá los requisitos formales que le pide AEMET a esa denominación. Además, como parece que vendrá sin apenas nieve, no será muy percibida como ola de frío por la opinión pública. Hablando de opinión pública, a menudo me pregunto por qué tanta cumbre exclusiva sobre cambio climático de origen antrópico. En realidad, fue la persona más cercana a mí la que inspiró esta columna. Parece que no haya también un problema de contaminación atmosférica que origina miles de muertes directas en el mundo. No se habla tanto como se debiera de la contaminación de las aguas continentales y marinas. No se comenta lo necesario la pérdida de biodiversidad, la destrucción de algunas masas forestales y el principal problema, el agotamiento de los recursos, sobre todo las fuentes de energía fósiles. Tal vez sea porque lo del clima es más fácil de entender o de manipular, pero yo creo que es absurdo ese empeño en orientar todo lo que tiene que ver con la contaminación global ligándolo exclusivamente al cambio climático, en el que intervienen muchos más factores que los exclusivamente humanos.