La finalidad de estas breves líneas es señalar el rápido envejecimiento de los que en su día fueron llamados partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, que en menos de cinco años, desde su irrupción en la política nacional emiten notorios síntomas de agotamiento, sobre todo el primero.

Podemos se dio a conocer en la política nacional en las elecciones europeas de 2014 obteniendo un meritorio cuarto puesto con 5 eurodiputados. A principios de 2015 algunas encuestas le otorgaban la categoría de primer partido en intención de voto. Pero en su seno Podemos llevaba una bomba de relojería que no tardaría mucho en explotar. Formado de una convergencia de anti-capitalistas, verdes, izquierda posmoderna, nacionalistas periféricos, su líder carismático, Pablo Iglesias, era un neo-leninista que aspiraba con materiales tan diversos a formar una estructura piramidal, disciplinada, con las distintas instancias de poder de cualquier partido comunista , cuyo pináculo era el Secretario General, es decir él. Esto convenientemente disfrazado de constantes elecciones, referéndums, siempre telemáticos, que en algún caso rozaron el ridículo como cuando sometió a la aprobación de sus afiliados si era correcto su cambio de domicilio.

La victoria del Tsiripas griego, partido relativamente semejante a Podemos, junto a las amenazadoras encuestas de aquí provocaron que Josep Oliu, Presidente del Banco de Sabadell, reclamara una «especie de Podemos de derechas». El poder económico español se puso "manos a la obra", y se acordaron que en Cataluña había un partido llamado Ciudadanos. Y que tenía un líder, Rivera, joven, sin coleta y que además decía día sí, y día también, que era español, lo que no dejaba de tener su mérito en una Cataluña donde ya era President Puigdemont. Este joven tenía la virtud que además de ser español en tierra hostil, no parecía tener una ideología política muy profunda, por lo que servía igual «para un roto que para un descosido». El que manda esta para algo, y a lo largo del año 2015 el nuevo «fichaje» aparecía con tal frecuencia en la televisiones privadas, que se extendió el chiste que decía: «¿te acuerdas de cuando Rivera no salía todos los días en la televisión?». Mucho abono para tan poca cosecha pues al final el PP obtuvo 123 diputados y Ciudadanos 40. Mientras que no se demuestre lo contrario, incluso con un Rajoy desgastado por la gota malaya de los interminables casos de corrupción que corroían y corroen al PP, éste sigue siendo el partido de la derecha española.

A la fuerza emergente de babor - Podemos - le fueron mejor las cosas, pues tanto en las elecciones de diciembre de 2015, como en la de junio de 2016, esta vez en coalición con Izquierda Unida, estuvo muy cerca del anhelado sorpasso, que le hubiera convertido en el primer partido de la oposición. No lo lograron ni con un PSOE desgarrado en una guerra civil interna entre la «conjura de los barones», capitaneados por Susana Díaz, y Sánchez y sus partidarios. Con su victoria en las Primarias de 2017, y su aún más importante victoria en la moción de censura de 2018, Sánchez ha aportado un liderazgo fuerte al PSOE. En su breve mandato de Presidente del Gobierno ha aprobado medidas sociales bien acogidas por una ciudadanía que apenas notaba en su micro-economía el crecimiento del PIB español desde el año 2015. Y lo que tal vez sea tan importante: ha despertado de la apatía a muchos potenciales votantes socialista.,

Sólo la debilidad del PSOE le daba oxígeno a Podemos y sus Confluencias. Tanto es así que hoy en día ya no aspiran «a asaltar los cielos», sino a 4 ó 5 carteras ministeriales. El Mesías Iglesias ha regresado a la vida pública el pasado día 23. Pero en los fragmentos de su discurso de vuelta que escuché por la tele se repetían la misma demagogia, las mismas frases altisonantes pero huecas, los mismos chillones simplismos, de hace cinco años. Me recordó a esos cómicos, en el ocaso de su carrera, que repiten los mismos chistes de siempre, sin que a casi nadie hagan gracia.

Los dos partidos que llegaron para dinamitar el bi-partidismo imperfecto español en breve tiempo se han convertido en complementarios de los dos respectivos pilares de la derecha y la izquierda española. Para más desgracia de Cs una posible mayoría parlamentaria que diera al PP la opción de formar Gobierno no sólo necesitaría su apoyo, sino el de Vox, que sin duda está muy lejos del ideario liberal, aunque eso sí, es tan español por lo menos como lo fue el insigne cadáver en espera de destino.

Sinceramente no creo que ni Podemos le aporte al PSOE el número de diputados suficiente para conformar una mayoría parlamentaria estable, ni que la coalición a la andaluza lo consiga. Lo que me hace temer que seguiremos con gobiernos interinos durante muchos meses, o sin la conveniente estabilidad parlamentaria. Aunque tampoco veo descartable un pacto PSOE-Cs, que casi seguro, alcanzaría el listón de los 176 diputados.