"Milla Plateada", una costa valenciana (de varias millas) donde existe un yacimiento de oro ecológico. Desde El Perellonet hasta Mareny Blau, contando con las poblaciones de Pinedo y El Saler.

La solución de un «tren eléctrico» sin catenarias, y con pantalla vegetal, es la solución para reducir hasta el 70 % del tráfico y las actuales colas de dos horas. Esto generaría un retorno a corto plazo de 300 mm de euros y muchísimos más a medio plazo, con creación de empleo, actividad económica y aumento de la recaudación de impuestos. Es la apuesta con visión de un partido valenciano.

La idea no es descabellada, porqe las empresas privadas de turismo de salud tienen puestos ojos ojos en esa franja litoral. Una franja, vista como excepcional para la salud. Algo así como los antiguos «baños de mar», pero con la tecnología médica actual, gastronomía mediterránea, cultura y turismo de alto nivel adquisitivo, y todo eso unido a los deportes de playa todo el año (con difusión internacional) y a los nuevos residentes porque «hay sitio para todos».

Una solución que aprovecha lo que ya existe, evitando una degradación que ya se está produciendo. Por ejemplo Pinedo, es la primera población de toda la línea de costa, y está abandonada a su suerte y la de los «olores» de la depuradora cercana. Una población que tiene potencial para ser un privilegiado núcleo residencial y ajardinado muy cercano a la ciudad, pero nadie se acuerda de Pinedo. Es un poblado abandonado por los gestores de lo público.

Si miramos los más de 20.000 apartamentos disponibles desde el Perellonet a Mareny Blau, la apuesta, es una gran apuesta ecológica (evitando construir 20.000 nuevas viviendas en poblaciones cercanas a la ciudad). Las de «Milla Plateada» son viviendas mayoritariamente construidas entre los años 50 y 70 del siglo pasado, y para unas necesidades distintas a las actuales.

En aquellos años las unidades familiares tenían varios hijos, y uno de los cónyuges no trabajaba. Las vaciones escolares eran de casi 3 meses, y la playa era una válvula de escape para muchas familias valencianas.

Esto ha cambiado. Los edificios tienen más de 50 años, muchas familias son monoparentales, nacen menos niños, y tienen menos vacaciones. Resultado: solo van a veranear 15 días (se han comido parte de las vaciones durante el año).

El resultado ha sido que más de 20.000 viviendas se siguen deteriorando, pagando IBI y comenzando a ser problemática su posesión. El riesgo real, es que unos apartamentos situados en un Parque Natural y en su entorno, acaben creando una zona marginal.

El servicio público de un «tren eléctrico» sería el motor. Motor ecológico, para una solución ecológica, y una recuperación ecológica. Un aliciente para rehabilitar los apartamentos con mejoras de aislamiento y consumo energético, que proporcionarían vivienda a jóvenes (a un precio accesible) y a residentes de Turismo de Salud. Sería el motor para la creación de puestos de trabajo y el retorno de la inversión.

Pero el freno ha sido puesto por un tipo de ecologistas que no viven allí, que no son de allí, y seguramente con buena fe, pero con un espíritu dogmático y con razonamientos más propios del TBO de Mortadelo y Filemón, desconocen las soluciones adoptadas en otros parques naturales europeos donde la convivencia de todos los habitantes (humanos, y naturaleza) se desarrolla en armonía.

Por otro lado están los habitantes de la terreta, los que saben que necesita la tierra y el agua, los que tienen la piel en contacto con el aire y el mar, los que sus familias ya estaban allí desde hace muchas generaciones, y se dedicaban a la agricultura, la pesca, el comercio o a la Hostelería. Estos son «los habitantes del parque», los verdaderos expertos en ecología.

Ellos saben las soluciones, y son conscientes de que si no se respeta la naturaleza, se les acaba el medio de vida. Por eso apuestan por su entorno, y valientemente por sanear la Albufera, ¡Que se está muriendo! Mientras, los gestores de lo público, han puesto una línea continua en la carretera del Saler, limitado la velocidad a 60 km y provocado colas de 2 horas, con un aumento importante de la contaminación del mismo. Pero estos mismos gestores de lo público, no han construido «aliviaderos» (como en otros países) por debajo de la carretera para que pase la fauna, y les han pasado la responsabilidad de pisar algún pato, culebra o pequeño mamífero, a los «desalmados conductores». No se trata de que los políticos se miren a ver quien la tiene más larga (la nariz me refiero), sino que escuchen a los «habitantes del parque». Porque en una comparativa literaria, podría ser que los habitantes del parque fueran los Gnomos y los gestores del mismo Los Trolls.

Por eso un tren «eléctrico» con horario prolongado, reduciría hasta un 70 % el tráfico, facilitando que no se cogiera el coche.

Se trata de dar soluciones, no de dictar prohibiciones.