Una de las enfermedades más atroces e incurables que pueden sobrevenirnos es el Alzheimer. Uno empieza con pequeñas pérdidas de memoria, como desorientado en ocasiones, para posteriormente confundir los tiempos, pasar después a olvidar hasta los seres más queridos, desaprender todo lo andado durante la vida y quedar finalmente postrado e inútil en la cama. A mí me angustia imaginar el enfermo avanzado cuando se mira en el espejo y no se reconoce. No sabe quién es. Ha perdido su identidad porque no tiene memoria.

Cuando uno se apaga, tenga una enfermedad neurológica de este tipo o no, busca sus referentes más simbólicos, aquellos elementos básicos de su vida que sin duda lo sostienen. Los ancianos enfermos apelan a su antiguo hogar, a su madre tal vez. Uno se fija en lo permanente, en aquello que de verdad perdura. Lo transitorio se desvanece porque quizá nunca fue importante. Y en esta película que es la vida hay fotogramas especiales, los de los aniversarios. Los visualizas y sonríes, merece la pena celebrarlos porque se pone en marcha el corazón. Los lazos afectivos son más fuertes. Cuando nos casamos, cuando inauguramos el negocio, cuando nació nuestro hijo€ fechas para recordar porque afianzan quiénes somos.

Desgraciadamente en València se padece mucho olvido, intencionado o no, vayan a saber. Este curso académico hemos querido desde el V Congreso Universitario de Historia Comarcal que se ha celebrado en la Universidad Católica de València poner nuestro pequeño grano de arena a tratarlo en los días 3 al 5 de abril. Tres grandes aniversarios se antojaban oportunos porque venían a coincidir entre marzo de 2018 y marzo de 2019: la creación de la Diputació del General (sobrevenida en Generalitat), el tránsito a la gloria de San Vicent Ferrer y la fundación del Valencia C.F.

La Diputació del General es el antecedente medieval de la Generalitat pero el Consell actual ha invertido muy poco en su partida, porque quizá no hacía falta pues apenas se ha desarrollado un calendario de actividades, quedando un testimonio y reducido acto oficial además de un congreso sectorial en el que ni siquiera ha participado el conjunto de las Universidades valencianas. Sorprende que para resultar la principal fuente recaudatoria creada a la carta se haya quedado irremediablemente sin protagonismo durante su aniversario.

Respecto al VI Centenario del tránsito de San Vicent Ferrer que se conmemora el 5 de abril hay que agradecer la declaración del Año Jubilar Vicentino y el esfuerzo de la Archidiócesis de Valencia con su comisión interdiocesana, así como a la Orden de Predicadores. Sin embargo, resulta inverosímil que no se haya realizado un año completo de actos coordinados por parte de las instituciones públicas puesto que es la figura histórica más relevante y universal de nuestro medievo tanto a nivel político como religioso. La misma publicación del proceso de canonización del santo por parte de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer al margen de la financiación de todas las entidades públicas indica la amnesia por la que pasamos ante un personaje amado y popular por el que cada año se levantan Altares en diferentes puntos de Valencia, Xirivella, Almàssera y Meliana.

Y el I Centenario del Valencia C.F. llega igualmente en horas bajas, con el olvidado proyecto de un campo que no se acabará, una propiedad ajena y alejada del sentimiento autóctono, y un desarraigo de lo que significó en su día como entidad deportiva de primera línea en España y Europa. El segundo futbolista que más goles ha marcado en la historia del Valencia, el brasileño Waldo Machado, máximo artillero continental del Valencia, moría hace unas semanas sin ningún reconocimiento en vida por parte del club, otro olvido hacia un ex jugador que por crueldades del destino había perdido la memoria. Sólo la labor humanitaria de la asociación de ex futbolistas lo acompañó primero en su enfermedad y después en su sepelio.

Tres aniversarios que son como tres oportunidades de refrendar nuestro legado a través de una institución histórica foral transformada con el tiempo; un personaje extraordinario único, modelo de predicación y santidad; y una entidad deportiva transmisora de grandes valores.

Parece saludable mirarse al espejo y recordar estos aniversarios tan simbólicos no sea que algún día los valencianos nos miremos al espejo y no nos reconozcamos.