Estos días que se inicia la campaña electoral conviene recordar que la democracia no se caracteriza únicamente por votar. Lo verdaderamente distintivo de la democracia es que es un régimen político en el que las instituciones públicas actúan de acuerdo con la voluntad y el bien del pueblo. La primera forma de conseguirlo, la más obvia, es elegir a los políticos que han de ocupar y dirigir las instituciones. Pero hay otras formas de contribuir a esa finalidad última de la democracia.

En última instancia, mediante el estado de derecho y el imperio igualitario de la ley. Cuando los políticos hacen un uso desviado del poder, la ley interviene. Y, afortunadamente, en España lo está haciendo con gran madurez al investigar, juzgar y encarcelar a los políticos que han usado el poder para su beneficio, creyendo que bastaba ganar elecciones para convertir las instituciones en chiringuitos al servicio de sus intereses o sus bolsillos. Pero no conviene esperar a que las leyes penales intervengan, ya que el castigo penal del uso impropio del poder y la corrupción bien puede tardar décadas, durante las cuales algunos funcionarios y políticos siguen ejerciendo sus cargos, cobrando fondos públicos e incluso ganando elecciones.

Es mucho mejor prevenir estas conductas y evitar que se produzcan. Para ello es esencial otro principio clave de un régimen democrático: la transparencia. La transparencia es una garantía fundamental de que la acción institucional se ajusta en cada momento a su fin último: el bien de la sociedad. Se trata, como suele decirse, de poner ‘luz y taquígrafos’, para levantar acta de las actuaciones públicas.

Para garantizar esa transparencia hay diversos mecanismos que se convierten así también en una parte fundamental del armazón democrático; desde parlamentos y plenos, donde se exponen y debaten las decisiones públicas, hasta los otros parlamentos, los de papel: el periodismo crítico y de investigación, y la opinión pública. Pero en estos últimos años se ha sumado otro instrumento esencial: las leyes de transparencia y buen gobierno. Ellas establecen las exigencias de buen comportamiento, transparencia y rendición de cuentas que deben cumplir políticos e instituciones.

Se trata de otra luz, que ayuda a difuminar muchas de las sombras que han amparado las prácticas corruptas de las pasadas décadas. Pero la nueva transparencia necesita también de nuevos taquígrafos. Y aquí el papel de la sociedad civil es igualmente fundamental: se necesitan organizaciones, colectivos, públicos y ciudadanos que hagan uso de estos nuevos instrumentos de transparencia, que saquen todo su partido y los hagan plenamente efectivos.

Este es uno de los objetivos que ha guiado al crear el Observatorio de Gobernanza, Transparencia y RSC en la Universidad Cardenal Herrera. Las Universidades también deben contribuir a esta labor de supervisión de la actuación pública a través de los nuevos mecanismos de transparencia, contribuyendo a esa labor de evaluación y formando a las nuevas generaciones en los valores y las prácticas de la transparencia. Este viernes la Universidad Autónoma de Barcelona junto con el Observatorio entregamos los Sellos Infoparticipa, otorgados a los Ayuntamientos cuyas webs se ajustan más a las nuevas exigencias de la transparencia y la participación ciudadana. Es el primer año que se hace en la Comunitat Valenciana -en Cataluña ya llevan más de un lustro— y son pocos los Ayuntamientos que han merecido el Sello: los más grandes, que tienen más fondos y medios para implementar este tipo de medidas. Pero la transparencia no es una moda pasajera; es un nuevo escalón de madurez y fortaleza en la vida democrática de nuestro país. Y si lo subimos entre todos, la transparencia habrá venido para quedarse. En los próximos años esperamos ir entregando muchos más Sellos a los ayuntamientos valencianos por una administración local cada vez más transparente.

En las próximas semanas, cuando las reiteradas promesas e imágenes de la campaña electoral nos hagan sentir cansados o pensar que la democracia no parece avanzar, será bueno que recordemos la puesta en marcha de estos otros instrumentos que van haciendo que nuestra democracia gane en transparencia y en buen funcionamiento. Si el día 28 tenemos presentes estos otros avances y las muchas personas que trabaja por hacerlos efectivos, iremos a votar más convencidos de su sentido. Y no solo por un día.