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Falta o bona

R. Ventura-Melià

Sin buena perspectiva

Fue Pablo Igesias quien tras las elecciones generales dijo que las negociaciones para formar Gobierno iban a ser «largas y discretas». Largas son -hasta hoy mismo se supone que continúan- y de discretas nada. El «suspense», como señalé aquí en una contribución anterior, iba a durar hasta el último minuto y habría foto finish. Y así parece ser.

Son muchos los que se preguntan cómo se ha llegado a este punto o cómo pudo darse el lunes pasado un enfrentamiento de tal intensidad entre líderes de dos partidos condenados a entenderse o pasar por una travesía del desierto. Y como apuntaba el portavoz de ERC en el Congreso, dar así una nueva oportunidad a las tres derechas de asaltar el poder.

Se ha hablado mucho de la rivalidad de los líderes, de su prioridad en marcar el terreno, por si pasaban a unas elecciones adelantadas y tenían que ir a por todas. También en tejer un argumento para justificar este descuerdo fatal y echarse la culpa del desencuentro.

La sesión de investidura -que resultó fallida, como era de esperar- fue bronca, un duelo en el que buena parte lo constituyo un psicoanálisis colectivo o a dos. Daría para una obra de teatro y Andrés Lima haría bien en tomarlo como punto de partida. Si uno se alargó innecesariamente en detallar las diferencias entre los socialistas y sus posibles socios prioritarios, el otro le echó en cara con virulencia el calvario que pasado con las modalidades cambiantes de propuestas y sus «vetos». Parecían dos amantes despechados. El tono fue agrio y las caras eran el reflejo del contenido del alma, en el que había mucho vinagre.

Que había posibles coincidencias en los programas a llevar a cabo era de cajón -señalé antes que estaba el núcleo en los presupuestos que presentaron y no se aprobaron por el cambio de orden de los independentistas catalanes- y siempre pensando en lo que es posible, porque la utopía es seductora y necesaria pero no hay que sacrificar a ella los objetivos del presente, lo factible (con la vista puesta en Bruselas, en el Brexit o en el contexto internacional).

El paso que dio Podemos para la abstención abrió la posibilidad de reabrir el diálogo, y no creo que se trate solamente de poltronas, de una vicepresidencia y un ministerio más o menos, sino de tener peso real en el consejo de ministros y en la gestión del presupuesto. Curiosamente la decisión era contraria a la consigna primera, y por ello Irene Montero votó «no» por vía telemática, lo que de ser vicepresidenta se lo echará en cara la oposición más de una vez, al tiempo. El encaje no va a ser fácil y un gobierno de coalición en Madrid no se ha visto desde la segunda República. Y no tiene nada que ver con el Botànic, digan lo que digan, donde Podemos acaba de entrar pero hasta ahora estaba apoyando sin cargos, modelo que propugnaba hasta hace poco Garzón y también el sector anticapitalista con el alcalde de Cádiz a la cabeza y con Adelante Andalucía.

Vamos a vivir un día histórico con esta segunda vuelta o votación en la que Podemos puede pasar de la abstención al «sí» y también ERC del «no» a la abstención. Todo apunta a esta movida trascendental y luego vendrá cómo se reflejará el programa que compartan. Carecemos de perspectiva para analizarlo o preverlo debidamente.

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