Uno de los protagonistas en el acto de graduación de jóvenes abogados celebrado recientemente en València fue el profesor Rubén Martínez Dalmau. Sus palabras, en las que enfatizaba el peso del Derecho como motor de transformación de la sociedad y la importancia de los nuevos abogados en la comunidad a la que van a servir, fueron recibidas con aplausos por el auditorio. No faltó una referencia a su actividad como dirigente de Podemos y habló de las dudas que asaltan al político a la hora de tomar decisiones.

El vicepresidente y conseller d'Habitatge i Arquitectura Bioclimática tiene razones para dudar ante el panorama al que tiene que hacer frente. En la Comunitat Valenciana se producen seis desahucios al día y las solicitudes de viviendas sociales han pasado de 5.000 a 14.000 en los últimos tres años. Crece así la lista de espera de familias a la espera de una vivienda social ante la imposibilidad de poder optar a una de mercado. Afortunadamente el equipo del vicepresidente está trabajando para solventar esta situación. Tan solo cabe esperar que Martínez Dalmau no se deje asesorar por los responsables políticos de su partido que impulsaron la Agencia Antifraude, pues sólo el alquiler de la oficina le cuesta a los valencianos 12.000 euros al mes. Con ese dinero se podría pagar el alquiler de una treintena de familias. Pero viendo la estructura orgánica creada para la vicepresidencia de Martínez Dalmau no hay muchos motivos para el optimismo: un subsecretario, un secretario autonómico d'Habitatge i Funció Social, otro de Arquitectura Bioclimática i Sostenibilitat Energética, un director general de coordinación institucional, otro director general d'Habitatge i Regeneració Urbana, uno más de Emergència Habitacional, un cuarto de Qualitat, Rehabiliatció i Eficiència Energètica… a lo que habría que añadir la decena de asesores de turno.

El reciente fichaje como asesor de Julià Álvaro -ex de Compromís, ex de Els Verds y ahora en Podemos- confirma la inquietud del vicepresidente por las energías renovables, los parques urbanos, los edificios inteligentes, las aguas de calidad, las empresas respetuosas con el medio ambiente…. Pero hay que establecer prioridades. Sería imperdonable que ese interés ecologista distrajese a Martínez Dalmau del compromiso con las personas más vulnerables que expresó ante los que fueron sus alumnos y hoy ya son prometedores abogados, no vaya a ser que cuando deje el cargo dentro de unos años lo mejor que pueda ofrecer a los pobres sea aire limpio y una bonito cielo estrellado sobre sus cabezas, mientras siguen escondiendo los cartones que les protegen del frío de la noche.