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El Consell se echa al monte

El pasado viernes se diseñó una cadena humana para revindicar una mejor financiación para la Generalitat Valenciana (GV) enlazando la Delegación del Gobierno (cuyo titular fue nombrado a instancias de J. L. Ábalos) con las torres de Serranos. Una vez allí, en la Plaça dels Furs para que nadie se llamara a andana, se oyeron comentarios y discursos habituales en determinadas élites: «Los valencianos en ocasiones nos hemos sentido españoles de segunda o tercera» y que incluso permitió lanzar tweets desde PSPV-PSOE: «Demanem un canvi de model que garantisca la igualtat entre la ciutadania española». No hay que ser muy malpensado, para deducir que en el fondo de estas reflexiones hay una revisión por parte de algunos de las actuales relaciones entre las distintas tierras de lo que conocemos como Reino de España.

Confieso que escribo estas reflexiones bajo el impacto a lo largo de este fin de semana de que, lo que tenían que ser unas conversaciones entre dos partidos para intentar una investidura, se pueden transformar en acuerdos entre dos gobiernos, uno estatal y otro autonómico. Cuestiones como esta no pueden determinarse en el marco de la necesidad de una suma de votos favorables.

Volviendo a la cadena humana que contó con consellers, diputados en las Corts, sindicatos y empresarios, parece que su resultado, según las crónicas de los periódicos valencianos («cadena oxidada», «ambiente frío», «manifestación de funcionarios y políticos», etc.), no importó mucho al valenciano de a pie. No hay que alegrase por los semifracasos cuando lo que pretende es debatir elementos vitales para la convivencia y la democracia. Los comentarios posteriores fueron los de siempre, «menifotisme», «estamos en plena recentralización», etc. Pienso que una parte de la élite política valenciana se equivoca, cuando pretende que un modelo de financiación movilice a una ciudadanía que es imposible que lo interiorice, cuando el Consell a la hora de llevar a la práctica esta carencia tiene miedo, llevando años jugando con la mentira de presupuestar ingresos inexistentes que le permiten afrontar los gastos prometidos, a base de nuevas deudas. El resultado de esta especie de prevaricación, que seguramente no sea un delito, hace que la Generalitat trabaje con 1.350 millones de euros que no tiene. Entiendo el problema moral de Puig, si no aumenta la deuda no puede dar los servicios prometidos y por tanto prefiere una patada anual para adelante a la espera de que ocurra algún milagro en España, en Europa o, y esto es lo grave, acabe surgiendo un proceso con algún grado de violencia.

Si no puede hacer frente a las competencias que en su momento asumió la Generalitat, lo más lógico sería que las devolviera al Estado alguna de las que le transfirió. No hablamos de gestionar mejor, sino simplemente de carecer de recursos. Esta solución sería considerada una traición, una deshonra, etc., pero nos devolvería a la realidad.

Simultáneamente a nuestra cadena, el candidato Sánchez ultimaba los detalles para negociar con Esquerra Republicana de Catalunya, un partido que con total claridad está defendiendo que el modelo de financiación es un tema que ya no les interesa, pues ellos «han pasado de pantalla» y, ciertamente, parece que son sinceros. Insisto la mejor de las suertes para Ábalos.

Fiel a su exhibicionismo dialéctico-revindicativo, el conseller Soler no se resistió a publicar una nota de prensa en su conselleria, donde el Consell puede haber iniciado su particular marcha en contra del futuro gobierno. «El conseller ha reivindicado, en el transcurso del acto convocado por la comissió Per un Finançament Just, la aplicación del artículo 156 de la Constitución Española para que la financiación de la Comunitat Valenciana esté basada «en los principios de equidad y suficiencia».

«Somos la única comunidad autónoma que está en la calle pidiendo algo que es absolutamente justo porque la situación actual es claramente anticonstitucional, ya que no se está aplicando el artículo 156, y por ello continuaremos saliendo a la calle a reclamar esta reivindicación irrenunciable». El conseller ha asegurado que, en cuanto se forme un gobierno en España, el Consell reivindicará que se ponga en marcha inmediatamente el proceso para la negociación del acuerdo de reforma del modelo de financiación. En este sentido, Soler ha afirmado que si bien es cierto que la decisión final de la reforma dependerá del Congreso de los Diputados y del Consejo de Política Fiscal y Financiera, «no vamos a renunciar a que nuestra reivindicación sea una realidad, puesto que somos una excepción en la Europa occidental, una comunidad autónoma con una renta per cápita inferior a la media nacional y sin embargo contribuyentes netos a la renta del sistema».

«La Comunitat Valenciana -ha añadido- no puede continuar soportando las mismas obligaciones que el resto de comunidades con unos ingresos un 10% inferiores a la media autonómica, de manera que reivindicamos un sistema de financiación autonómico justo, una compensación de la deuda acumulada por motivos de la infrafinanciación histórica y, a corto plazo, pedimos, obviamente, que el Gobierno sea respetuoso con los derechos de los valencianos y permita un déficit asimétrico».

Desgraciadamente, si las cosas transcurren como están previstas, antes de fin de año Ximo Puig recibirá su tercera calabaza, tras las de Montoro y Montero, sobre la posibilidad que sean el resto de españoles quienes asuman lo que él llama «deuda histórica» y «financiación justa» (perdonen que en momentos tan serios, no entre en ambos conceptos). Las razones de estas negativas no son caprichosas sino la consecuencia de vivir en un Estado que, como tal, no va a cumplir sus propios compromisos en materia de deuda y de déficit presupuestario. Lo acaba de decir la Comisión Europea en su despedida. A menos que dispongamos de los ingresos propios de una subida de impuestos muy significativa, que en todo caso son dineros inaccesibles en pocos meses, las finanzas españolas obligarán a recortes sin cuento, que también afectarán a todas y cada una de las comunidades autónomas. No hay duda de que algunos piensan en el desenganche. Espero que no militen en el PSPV-PSOE.

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