Si uno lo piensa bien se percata de lo difícil que lo tenemos los humanos para venir a este mundo, estar en él y lo complicada que será la vida al ser mayor.

A los hechos me remito. Tal como está la cosa los que nacen lo hacen por los pelos ya que mueren miles de personas cada día gracias a ese «adelanto de la civilización» llamado aborto. Sólo un hijo o como mucho dos (¡uf, cada vez más raro verlo!) se salvan de la quema y como son únicos ahi los tenemos como una rara avis que hay que mostrar y lucir de recién nacidos y poner en brazos de los abuelos cuando van creciendo para así poder seguir el ritmo viajante y festivo sin impedimentos. Abuelos que criaron a los hijos y ahora a los nietos y con ellos se acaba la «generación chollo».

Después de haber podido nacer, los hijos tienen que enfrentarse a una vida «regalada» donde todo vale, no existen los referentes y solo vale el disfrute global y sin impedimentos ni ataduras. O sea, el «ancha es Castilla» o el relativismo más absoluto.

Llegas a la vejez y te estarán esperando con la escopeta cargada, para hacer uso de ella si pierdes la memoria o la chaveta o duras mucho o los familiares te convencen de que es mejor dejar de molestar y gastar y así dejar de ser egoísta.

O sea que hemos pasado de la generación del baby boom a la generación del baby un y pasaremos de la generación del respeto y cariño a los mayores a la generación del desprecio a esos mayores que se podrán tirar al contenedor de la eutanasia como quien retira un mueble o trasto viejo que ya no sirve y además molesta.

Con estas vías de agua abiertas, la cisterna se vaciará y secará y acabará agrietándose y destruyéndose, que es lo que le está pasando a Europa, que quiere morder cada vez más la mano que le ha dado de comer -los principios cristianos base de la civilización occidental- por lo que está adelgazando a marchas forzadas, pudiendo llegar, de seguir así, a la inanición mas absoluta, y con ello la muerte de siglos de historia, cultura, creencias y forma de vida, o sea la eutanasia de las naciones como tales que quedarán diluidas en un totum revolutum sin raíz alguna, donde el hombre tendrá abiertos los instintos y el placer como distintivos del discurrir de su vida: el pan y circo modernos para así no pensar en nada más.