El coronavirus ha sido el foco de una guerra mundial -pandémica- que salpica a todos los ámbitos, meteorología incluida. Esto tampoco es nuevo, en tanto que la información sobre las condiciones de lluvia, temperaturas o humedad siempre ha sido estratégica a la hora de afrontar una batalla. A mediados del siglo XVI, el monarca español Felipe II decidió invadir Inglaterra y así derrocar a Isabel I, que venía siendo un 'dolor de muelas' en las relaciones internacionales. Nuestros puertos empezaron a destilar navíos, formando una gran flota que llegó muy mermada a las Islas Británicas, según la versión oficial por un extraordinario temporal. Las pifias meteorológicas también llevaron al traste las campañas de Napoleón o Hitler, ambos sobrevenidos por el 'General Invierno', el frío de la estepa rusa. Por todo esto, el ámbito militar se encargó de fundamentar, en cuanto pudo, las bases del actual conocimiento meteorológico. Precisamente, este último podría ser determinante a la hora de abordar el coronavirus, aunque los estudios no son más que preliminares.

Por si acaso, el Centro Europeo para las Predicciones del Tiempo a Plazo Medio (ECMWF por sus siglas en inglés) se ha puesto manos a la obra. Hace unos días, avisó de que sus pronósticos estaban perdiendo fiabilidad debido a las restricciones del tráfico aéreo entre Europa y Estados Unidos. El modelo de predicción que desarrollan, que nutre a la AEMET o proyectos como Meteored (tiempo.com), inicia sus ecuaciones a partir de los datos que ofrecen las estaciones meteorológicas en tierra firme, los satélites o en un 13% los aviones, entre otras fuentes. Estos últimos han reducido drásticamente su actividad, al menos en un 65% en el continente europeo. Así, el escenario del que parten los mapas está incompleto. Contra esto el ECMWF no puede luchar, pero sí abrir otros frentes, sacando jugo a la climatología y a un previsible punto débil del COVID-19, la estacionalidad.

En esta 'guerra', el personal sanitario está en primera línea de batalla. En vez de bayonetas o atuendos con estampados militares, llevan una suerte de mascarillas y batas. Los investigadores, mientras tanto, en sus laboratorios buscan en el enemigo el talón de Aquiles. Quizás podrían ser las condiciones de temperatura y humedad, por eso el Servicio de Cambio Climático Copernicus, vinculado al ECMWF, se ha dedicado a mapear la mortalidad arreglo a los factores ambientales. En marzo, los países más afectados por el coronavirus están en una estrecha franja con condiciones meteorológicas bastante homogéneas: el centro de China, Italia, España y Estados Unidos. Fruto del azar o no, Copernicus ha expuesto públicamente esta circunstancia para que los máximos mandatarios afinen la estrategia. La aplicación concluye que el sur de Europa dejará de estar en la zona de 'fuego cruzado' a partir de junio. Ojalá sea antes.