Los socialistas necesitamos un proyecto, un programa de actuación para ofertar a la sociedad, que nos permita afrontar la crisis sanitaria, social y económica en las mejores condiciones posibles.

La crisis del COVID-19 puede prolongarse durante un período más o menos largo con importantes consecuencias para los trabajadores, las empresas, las familias, los jóvenes y los mayores. Se esperan caídas del PIB en todos los países, que pueden oscilar entre 7% y el 20% dependiendo de la duración de la pandemia. China ha sufrido una importante disminución en su producción; EEUU ha perdido la mitad de su capitalización bursátil; en Europa las perdidas también son importantes. La crisis económica provocada por la pandemia, que los expertos denominan shock de la oferta y la demanda a nivel global, tendrá un efecto de empobrecimiento en todos los países.

Se aprecia cierta desglobalización y contracción del comercio internacional y una demanda generalizada de mayor control nacional y europeo de las cadenas de suministros, que podría derivar a un mayor proteccionismo económico.

No se espera que el consumo tenga una pronta recuperación por el empobrecimiento de los trabajadores, las clases medias y los ciudadanos en general. Las economías van salir con un endeudamiento, inevitable, pero importante, al que habrá que hacer frente.

Se ha puesto en evidencia la necesidad de destinar un montante importante de recursos a políticas, sanitarias, sociales y empresariales. Así mismo, se refuerza la importancia de lo público, del interés colectivo por las conquistas del estado de bienestar y de las políticas públicas, tanto para luchar contra la enfermedad, como para ofrecer un colchón para aquellos que pierden la actividad y los ingresos. También para la viabilidad de las empresas y la actividad económica lo público se ha convertido en esencial.

Por otra parte, son necesarias reformas fiscales coordinadas a nivel europeo para que los costes de esta crisis se repartan de forma equitativa.

La solidaridad europea es decisiva para frenar los efectos de la crisis, pero esta por ver si caminamos hacia una Europa de más estados, como se ha puesto de manifiesto en la política de gestión de la fronteras internas y externas, o bien, de más Europa.

De momento, contamos con el programa del Banco Central Europeo de Emergencia pandémica y nos han quitado el corsé, temporalmente, de las normas del pacto de estabilidad. Pero habría que asegurar que Alemania y Holanda no impongan de nuevo un giro hacia la austeridad.

Harán falta muchas inversiones para la reactivación económica y caminar hacia propuestas que supongan de hecho la mutualización de la deuda en la Unión Europea.

Por lo que respecta al estado español, es evidente que el modelo de crecimiento basado en el turismo low-cost vinculado a la construcción y la especulación urbanística está hundido. La actividad turística, es previsible que tenga una recuperación muy lenta. Tenemos aprovechar la coyuntura para rediseñar nuestro modelo de crecimiento, de forma realista y teniendo en cuenta la situación en la que nos encontramos. Consideramos que las inversiones en la agricultura local, puesta en relación con la reforestación de nuestros bosques y el uso de los recursos hídricos, pueden ser una buena opción. Así mismo, la apuesta por la digilitalización de la economía y el paso a la utilización de energías renovables no contaminantes se encuentran dentro de las políticas a incentivar por la Unión Europea, Y, en todo caso, son una necesidad para evitar la degradación de la vida en nuestro planeta.

La regulación de los sectores estratégicos como las eléctricas y demás empresas energéticas es otra de las tareas pendientes

Igualmente, es necesario el mantenimiento y mejora de las infraestructuras hidráulicas, el buen estado del cauce de los ríos y demás actividades e inversiones que prevengan las consecuencias de danas o gotas frías para prevenir inundaciones. Las inversiones en redes locales de transporte colectivo constituyen otra opción. Tenemos la oportunidad de modernizar nuestra red de trenes de cercanías y de hacer realidad el corredor del mediterráneo.

El apoyo al crédito y la financiación de las pequeñas y mediana empresas es un tema central en cualquier programa de reactivación económica. En este campo debería considerarse la posibilidad de mantener BANCAJA como entidad pública.

En el caso de las grandes empresas, si necesitan fondos públicos la administración debería quedarse con una cuota del capital social de las mismas, que garantice nuestra participación en los beneficios futuros y la recuperación de la inversión. El gobierno Alemán, nada sospechoso de izquierdista, o el norteamericano ponen estas condiciones a la hora de apoyar a sus empresas.

Por otro lado, es imprescindible invertir en sanidad y servicios sociales, No puede ser que la sanidad y las residencias de la tercera edad sean un negocio para los fondos de inversión de paraísos fiscales. Para aumentar sus beneficios ahorran en costes de personal y suministros. Esta tipo de negocios se han mostrado como un riesgo para la salud. Tampoco es defendible que los trabajos, que se han manifestado como esenciales, como son los que prestan los trabajadores de comercio, los de limpieza y la atención y cuidado de las personas, sean los peor pagados y trabajen en condiciones de precariedad.

La educación y la formación es otra área necesitada de recursos y habría que hacer una apuesta seria por la economía del conocimiento y la investigación.

Todas estas inversiones crearían empleo y mitigarán el problema del paro cuyas cifras, según la EPA del primer trimestre de 2020, están subiendo de forma alarmante.

La cooperación y la colaboración entre nuestros territorios, municipios y CCAA se hacen indispensables para articular e implementar el programa de salida de la crisis, si lo que busca una salida participativa y democrática. Por su parte, las organizaciones empresariales y los sindicatos acercarán al terreno práctico las propuestas. Pero para que esto sea efectivo es necesario derogar toda la legislación antidemocrática sobre la negociación colectiva, la ley mordaza, la reforma laboral, etc.

Hay que aprovechar para solucionar la financiación de la CCAA y caminar hacia un estado federal que articule la cooperación y solucione el conflicto territorial desde la libertad y el acuerdo,

Garantizar una renta a los que han perdido su empleo y a los más desfavorecidos es otra de las medidas necesarias para asegurar una vida digna y estimular el consumo.

Necesitamos un nuevo contrato social si, pero uno que abra la vía hacia una reforma constitucional federal y republicana de nuestra constitución que garantice la cooperación y las libertades políticas y sindicales y la cohesión política y social.