No ha gustado lo que dijo Pepe Bono sobre el impuesto a las grandes fortunas durante una entrevista en la Sexta noche, no sé si el ejemplo que puso de los dos hermanos, uno que ahorra y otro que se lo gasta todo, fue lo suficientemente esclarecedor de la situación, pero no le falta razón cuando afirmó que las grandes fortunas de este país tienen mecanismos fiscales como son, por ejemplo, las sicav, para no pagar impuestos y lo que pretende Pablo Iglesias con el nuevo impuesto es gravar a la clase media de este país con más impuestos, por si ya pagara pocos.

Iglesias quiere poner un impuesto que grave a las grandes fortunas, a partir del millón de euros de patrimonio para recaudar, según él, 11.000 millones de euros, que no salen por ningún sitio. Según Iglesias está medida está contemplada en el acuerdo de Gobierno firmado con el PSOE.

La medida tiene un claro sesgo ideológico importante contraria al capitalismo, muy en la línea de lo que defiende Pablo Iglesias, partidario de un Estado marxista-leninista.

Pero más allá de ser una medida confiscatoria, que grava doblemente, lo que debería hacer el Gobierno, si quiere aumentar los ingresos a las arcas públicas es perseguir el fraude fiscal y acabar con los paraísos fiscales, que son la auténtica lacra de este país.

La factura del fraude fiscal en España asciende a más de 26.000 millones de euros, dos veces más de lo que pretende recaudar Iglesias con el nuevo impuesto, dando por válidas sus cifras.

Este impuesto, si finalmente se aprueba, no va a conseguir que se recaude más, sino una fuga masiva de capitales porque muchos contribuyentes sacaran su dinero fuera de España.

El impuesto de patrimonio, que el propio PSOE eliminó en 2008 por ser un impuesto injusto y que Zapatero volvió a recuperar en 2011, también Rajoy lo volvió a sacar del cajón, convierte a España, junto a Francia, que lo prevé eliminar, en el único país de la UE con este impuesto vigente.

Era, además, un impuesto temporal para un momento determinado muy concreto, pero que ha venido para quedarse.

El impuesto sobre la renta, sí que tiene sentido porque quien más ingresos percibe, bien sea por rendimientos de trabajo o capital, más paga; de acuerdo a un baremo porcentual por tramos que llega al 45% en función de los ingresos, pero en el impuesto de patrimonio se da la circunstancia de que ese patrimonio aunque pueda ser alto, no te genere ingresos con los que afrontar los pagos. Una persona puede tener un patrimonio alto y, sin embargo, no tener liquidez.

Además, se da la circunstancia añadida de que al ser un impuesto transferido a las Comunidades Autónomas en unas se paga, como ocurre en la Comunidad Valenciana, mientras que en otras, como es el caso de Madrid, está bonificado al cien por cien y, por tanto, exento de tributación. Dándose la injusta situación para muchos contribuyentes, que dependiendo de dónde vivas, pagas este impuesto o no, dándose una situación de arbitrariedad entre unas comunidades y otras.