El Times neoyorkino cuenta con un rincón titulado Modern Love al que asoman historias de la vida misma relatadas por lectores con pasión por la escritura desde cualquier punto del globo. Los encargados aseguran que se trata de vivencias reales. Garantizar algo así en uno local resulta osado aunque habría más posibilidades, pero en una cabecera de esa dimensión... Sin papanatismo, voy a secundarlo porque si ya no se va a creer uno ni esto del Times, ¿a qué nos agarramos?

  El periódico recibe sobre ocho mil envíos anuales y dice leérselos todos. El responsable de la sección puede llegar a escrutar 150 envíos diarios para una selección lo más atinada posible. El 20 de este mes me quedé prendado con la odisea de un profesor de inglés que vive en Baltimore, autor de «Lo que aprendí del usuario de Instagram del que me enamoré» en el que se pregunta: «¿Puede salir algo bueno de obsesionarse con un fisioculturista de Corea del Sur en en las redes sociales?». Y «Deberías romper conmigo» de la pediatra en Connecticut Marjorie S. Rosenthal, publicado siete días antes, tampoco es moco de pavo. Total que, como andamos necesitados de lo que andamos necesitados, la iniciativa ha supuesto un hallazgo. Se convitió en podcast con narraciones leídas por celebridades; han visto la luz un porrón de libros además de una antología con los mejores ensayos, sin olvidar que Amazon Prime ultima otra temporada de una serie que puso en danza el pasado otoño, algo irregular ella. Pero qué más da. Está el sector como para cerrarse vías.

  El que recibió la flecha, pero no de Cupido, fue el jefe de Opinión que, en plena ola de protestas por la muerte de Floyd hubo de dimitir tras la controversia creada por la inserción de un artículo del senador republicano Tom Cooton en el que abogó por movilizar al ejército y que al contrario que su colega de área, reconoció no haber leído. Estas son las cosas que no entiende Trump. Experto de primer orden en mezclar tralla, pensaría: «Pero cómo no se iba a publicar si el que más se quiere soy yo».