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alberto soldado

Sobre el 12 de octubre

 Un viejo amigo, maestro que alcanzó el grado de inspector, me felicita en el 9 d’ octubre al tiempo que comenta con melancolía sobre el “sentido trágico de la historia gloriosa y triste de España…” Y uno piensa que en esta concisa expresión se condensa el sentimiento que produce la celebración de la Fiesta que llamamos Nacional cuando ni siquiera tenemos claro si somos una o varias naciones, una nación de naciones, un protectorado de los mercados o una finca a explotar. En realidad, ¿qué celebramos el 12 de octubre? Celebramos el descubrimiento de un nuevo mundo para los europeos, con una dimensión que hoy sería comparable a descubrir un planeta poblado y establecer relaciones comerciales, en las que unos ganan y otros pierden, unos explotan y otros se sienten explotados. Descubrimiento que muchos consideran intromisión en cultura ajena para imponer la propia, como si hoy la lucha por imponer nuestro concepto de cultura no fuera tan intensa como entonces, con otras armas seguramente más mortíferas. Lo hacemos en un tiempo en que se derriban estatuas de aquellos que se consideraron prohombres y que hoy se les acusa de racistas y genocidas.

Celebramos el día de la Fiesta Nacional con desfiles militares…como si necesitáramos dejar claro que lo Nacional se identifica con tanques, aviones y uniformes. Quienes impongan unidades por la fuerza demuestran poco seso porque las voluntades pueden reprimirse pero nunca dominarse. Ni siquiera recordamos la gesta de atravesar la mar océana entre penalidades para morir de hambre o matar por ella. Ya saben qué opinaba Cervantes en El Celoso Extremeño sobre las Indias:  "iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos". Tampoco nos da la gana recordar las palabras del testamento de la reina Isabel la Católica: “No consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes y manden que sean bien y justamente tratados y si algún agravio han recibido lo remedien y provean”. Sí, ya sabemos de abusos y tropelías pero nadie podrá negar la voluntad manifiesta de los distintos reyes de la monarquía hispánica en procurar con sus Leyes considerar al indígena como hijo del mismo Dios, concepto que será semilla de los derechos humanos. En la monarquía de la Escuela de Salamanca se cuestionó públicamente la legalidad de la Conquista. Cuando Lutero afirmaba que “ a los cristianos les es lícito hacer la guerra”, el padre Vitoria, dominico, afirmaba que “era injusta toda guerra basada en diferencias de religión o el mero ánimo expansionista o imperial…” Afirmaciones similares suponían la pena de muerte por alta traición en el Imperio que sustituiría al español, hoy tan admirado por tantos indígenas del sur del Rio Grande.

Mi querido compañero maestro seguro que hablaba a sus alumnos de la grandeza de una España gloriosa y triste que selló en el 12 de octubre una de las fechas más relevantes de la Historia de la humanidad. Les hablaría sin el patrioterismo de leyendas y victorias pero no denigraría la historia de una hazaña que cambió el mundo y que protagonizaron gentes de aquella monarquía de las Españas. ¿Cuántos maestros de la España de hoy hablan a sus alumnos del 12 de octubre aunque sea para mal? Aquí, en realidad, poco importa la verdad histórica. Se trata de derribar y lo hacemos sin tener claro qué vamos a construir en el solar que dejemos.

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