El proyecto de Alicante Gastronómica Solidaria cumplió el pasado miércoles un año y sigue repartiendo a diario menús y formación hostelera a personas en estado vulnerable. Su labor se realiza discretamente en unas cocinas improvisadas en las instalaciones de la Ciudad de la Luz- por más de mil voluntarios que responden al nombre de «héroes con delantal», apoyados por más de 600 empresas con alma y las instituciones alicantinas. La celebración del aniversario comportó el ritual de una pequeña tarta, pero la alegría inocente que supone un cumpleaños estaba conformada más por el exitoso vínculo de compromiso que han establecido sus integrantes que por el paso del tiempo.

Hasta a las personas más sensibles consigo mismas les llega un momento en el que su capacidad de percibir emociones se ve alterada por el encuentro brutal con las circunstancias ajenas.

El respeto que produce en un soldado la caída cercana de un obús no es igual al terror que le inflige ser el espectador de otros camaradas en las mismas circunstancias. Ver cómo otros son presa de la incertidumbre vital es casi peor que vivir la guerra en ti mismo. Impregna todo tu futuro cercano de miedo y ansiedad. Alguien combatiendo por una causa que cree justa tiene algo de afirmativo en el porvenir. Pero si se le arroja a ese estado de ánimo de sospecha, de inquina o temor que produce esta guerra fría, no será capaz de actuar ni para defenderse a sí mismo.

Nunca he desestimado el poder de la bondad sencilla para cambiar las percepciones de la gente. En la bondad hay un poder político y filosófico que te sitúa en un lugar creativo, y no en el de las cosas apáticas, ingenuamente estúpidas y profundamente incultas que ya existen a nuestro alrededor: las que generan el sentimiento de estar atrapado y el deseo de que te dejen solo con un trágico destino al que, como la mayoría, nos hemos visto obligados a resignarnos.

Siempre me ha intrigado la manera en la que uno puede conectar con la gente. Entre el tumulto de las noticias del día he buscado las razones por la cuales las cosas no tienen que ser de una manera determinada, el mensaje de que la gente puede dar una nueva forma a sus vidas del modo que quieran.

Cuando la Orquesta Filarmónica de Leningrado estrenó la Quinta Sinfonía de Dmitri Shostakóvich, un oyente se levantó poseído por el impulso heroico del final y toda la audiencia le imitó poniéndose en pie. Tras los aplausos, la gente salía llorando en silencio. Después de muchos años alguien se había atrevido a expresar lo que significaba vivir bajo el terror de Stalin, en un mensaje sin palabras. Cuentan que un poeta se acercó a abrazar al compositor para decirle: «Qué suerte tenéis los músicos, camarada».

¿Conocen también la historia del accidente que, en 1848, incrustó una barra de hierro a través del cerebro del obrero ferroviario Phineas Gage sin quitarle la consciencia y permitiéndole seguir con su vida? Al atravesarle el lóbulo frontal que regula los procesos relacionados con las emociones, la personalidad y funciones ejecutivas, pasó de ser una persona bondadosa y responsable a mostrar una actitud arrogante, obstinada, irregular, irreverente, blasfema e impaciente. Vivió unos años en Nueva Inglaterra y en Chile, siempre acompañado por la barra de metal que lo atravesó. El cráneo y la barra pueden ser visitados en el museo de medicina de la universidad de Harvard, pero pueden ahorrarse el viaje si se fijan en las barras invisibles de los muchos Gages que viven satisfechos de sí mismos a nuestro alrededor.

Conviene desmitificar concepciones acerca de los pobres. No son sólo víctimas o victimarios. En los sectores marginales sobreviven esperanzas, valores sociales y luchas permanentes para salir adelante a pesar de que su equilibrio ha sido destruido.

Vendrán teorías y sofisticaciones académicas sobre la economía, pero hay que buscar que los aspirantes a formar parte de la toma de decisiones del futuro comprendan primero el dolor y las limitaciones de vivir en condiciones de inseguridad debidas a la pobreza y la escasez. Algo de lo que solo pocos consiguen escapar para siempre.