“Me gustan los sindicatos que hacen su trabajo, que no se venden a la patronal”, declara Juan Francisco, un joven de veinticinco años, opositor a subinspección de trabajo, mientras camina por la calle de la Paz en la manifestación del sindicato anarcosindicalista CGT por el 1º de Mayo. Héctor, de la misma edad, estudiante de formación profesional, sabe que respecto a la visualización de sindicatos es “patente una diferencia en los medios” a la hora de divulgar opciones al sindicalismo oficial, “hay sistemas de poder que no les interesa dar voz” a tales alternativas.

¿Por qué se camuflan las negociaciones relacionadas con el crematístico reparto del dinero de Europa para el ámbito laboral? ¿Cursillos y acciones pantalla para el chorro de millones? “Nos la van a clavar que no nos vamos a enterar”, comentaban radiofónicamente en tertulia.

“Tenemos un cincuenta por ciento de paro y la mayoría se refugia en lo que puede” apunta Manel sobre la juventud española. Este otro manifestante veinteañero trabaja en investigación y se afilió al sindicato hace cuatro años. “Fue el que tenía un trato más humano, más cercano, te intentaban encontrar un hueco, focalizar tu energía” y en aquél momento mi labor se concentró en “dar clases a chavalitos (chavalitas) de familias obreras”, familias como la suya, su padre con discapacidad y su madre trabajadora en servicio doméstico de limpieza. “Por culpa de la influencia de la sociedad de consumo, las drogas y la mala información que dan los medios”, la juventud no se centra. ¡Prueba conseguida por el nivel de la pirámide encargado de alienar!

“Recuperamos derechos y libertades” es el lema de la pancarta de cabecera precedida por una furgoneta donde se lee: “Recordando el pasado, luchando por el futuro”. Desde la plaza san Agustín la serpiente de banderines rojo y negro discurre por el recorrido tradicional hasta el Parterre. Ferran de doce años, Arnau de once y Marcel de nueve, quien declara sobre la CGT que “sí me gustaría pertenecer cuando sea mayor”, caminan junto a su familia llevando pegatinas.

“EMT. Empresa Municipal de Transportes. Te enferma. Te desprecia”. “Mil conflictos una única lucha”. “Contra la privatización, defiende lo público”.

“Para todo el malestar que hay, no se hace nada para cambiar eso” así habla Paloma de veintisiete años, alfafarense, confesa feminista que ha estudiado Bellas Artes. Cantante y extrabajadora en una empresa de copistería donde “estaban abusando” acudió a CGT y “me defendieron y ganamos”. Otros sindicatos “no van tan a nuestro favor”, actualmente oposita para profesora de Plástica tras perder su trabajo de camarera. ¡Dos generaciones metidas en la trituradora del sinvivir! ¿Para qué pagar a gente gestora del bienestar público? ¿Dónde el bienestar público? ¿Dónde el futuro para personas formadas que agotan su juventud en constante depresión merced a un sistema nefasto creado y apoyado por majaretas?

Mª Ángeles López de Celis durante treinta y dos años formó partede la Secretaría en los gobiernos de cinco presidentes explica en su libro: Los presidentes en zapatillas, las características del denominado “síndrome de La Moncloa”. Se trata de un conjunto de síntomas que acaban derivando en verdadero alzhéimer que hace olvidar todas las promesas y buenos propósitos de los (las) candidatos electos antes de tomar posesión de su cargo…Y entonces todos los razonamientos que tienen que ver con procurar el bienestar de los (las) ciudadanos, servir al pueblo, prometer no cambiar, seguir en contacto directo con los (las) votantes, etc., todo eso se diluye más deprisa que un azucarillo en agua cuando se atraviesa la verja del complejo en un coche oficial con cristales tintados y se sienta uno (una) en el sillón desde donde dirige el país. Lo que un (una) político quiere es gobernar, liderar, dirigir, y es estúpida la pose de disimulo”.

¿Cuán rentable políticamente es salir en la foto del 1º de Mayo?

Luciendo una camiseta diseñada por “unos chicos de aquí” en la que pone: “Cultivem orgullo de poble”, Paloma reconoce que intenta implicar a la gente joven de su entorno, o por lo menos trasladarles la opción sindicalista porque como bien dice “¿en estas cosas como no te vas a mojar? ¡Tenemos que hacer tanta pedagogía para que entiendan que no es nada ajeno!”.

¿Cuándo la lucha obrera mutó en leyenda? ¿Cuándo las personas olvidaron que son gente trabajadora que necesitan trabajar para sobrevivir? ¿Sindicatos metamorfoseados en agentes sociales?

¿Qué hay del sindicato de la extrema española? ¡Es para pasmarse! normalización y transmisión de la involución como si tal cosa.

“Ahora toca cumplir. Un país en deuda con su gente trabajadora” fue el lema reivindicativo de la movilización conjunta de UGT (Unión General de Trabajadores) y CC OO (Comisiones Obreras).

“En el dos mil diez (José Luis Rodríguez Zapatero-PSOE-como presidente) el Gobierno vendió a la clase trabajadora” asevera Carmen de cuarenta y cuatro años junto a la cual caminan sus mellizas Mafalda y Anita de seis años y medio. Reconoce que la CGT, a la que pertenece desde hace once años, es un sindicato minoritario en el que, como en otros, la juventud escasea, “no están muy interesados por la lucha de clases” pero deben saber “que todo lo que hay ahora no ha caído del cielo, hay gente que ha luchado por ellos (ellas)”. Como feminista reconoce la diferencia entre mujeres y hombres a nivel sindical “no es fácil cambiar las estructuras, es una cosa educacional, el número de mujeres es ínfimo”. Charlando y andando Carmen analiza la situación sindical dolida de que “estamos abandonando un poco lo que es la calle” además que “la lucha que hacemos no interesa, no vende periódicos”.

¿Por qué el Día Internacional de la Clase Obrera está lejos de la realidad? Tal vez porque, tal como se dijo en las ondas, todo el mundo quiere ser clase media y al preguntarles contestan: “¿Obrero yo? Por favor”.

“¿Qué pasa, que vivimos en un sistema que es el único posible? si se mantiene es por la complicidad” manifestaba por megafonía el portavoz del sindicato de combate Esperanza Obrera en la concentración junto a las Torres de Quart.

¿Cómo se pagarán los treinta y cinco mil millones de euros de deuda, deuda de los bancos, que pasan a ser deuda pública? ¿Clase obrera, trabajadora al rescate?

Horas extras, horas extras obligatorias, horas extras no remuneradas, amenazas a las pensiones son algunas espinas del calamitoso horizonte que se avecina. ¿Dónde los cortafuegos?

“Los sindicatos, como la patronal y hasta los partidos políticos, han perdido -tal vez irremediablemente- gran parte del poder que acumularon antaño en las sociedades democráticas. Se ha entrado de lleno en una economía con muchos más centros de poder manipulado por nuevos protagonistas”, escribía el economista Eduardo Punset hace ¡treinta y cuatro años!

En los sindicatos “yo creo que hay más hombres, según sectores, sectores muy masculinizados, es un reflejo de lo que es el mundo del trabajo donde las mujeres tienen contratos de reducción de jornada” comenta Teresa que ha trabajado en la administración pública y es sindicalista en CGT, donde “hay un esfuerzo porque hayan más mujeres y en el que la gente echa sus horas, eso da autonomía”.

“Contra la pobreza trabajo digno y justicia social” es el lema de la pancarta de Sillas contra el Hambre. “Luchemos por las pensiones actuales y futuras” pregona la de Iai@flutas Valencia.

Según el libro de Punset La España impertinente, platicando Santiago Carrillo (secretario general del Partido Comunista de España) y Nicolás Sartorius (de familia noble, sindicalista, y cofundador de CC OO) a finales de mil novecientos setenta y ocho con “algunos de los grandes empresarios (empresarias) con inquietudes políticas -los polisarios-, como les calificaba después un comentarista económico” afirmaban que “Nosotros (nosotras) tenemos sectores y canales para incidir en la vida social además de nuestros diputados (diputadas): los sindicatos, por ejemplo. En la calle podemos manifestar nuestras opiniones… No pedimos la Luna”.