“Por mí pagaron un millón de pesetas”. Enrique Vila Torres presidente de SOS Raíces Adoptados, adoptadas, y abogado, no cejará en la búsqueda de su origen biológico al igual que multitud de personas que en España fueron secuestradas al nacer. “Siguen robando niños” añade el también escritor quien agrega que “las apariencias son las que cuentan”. Sor Aurora Gallego salió indemne de la acusación que la señalaba en el enorme y malvado negocio de tráfico de bebés y la consiguiente ganancia para quienes estaban en el ajo. “Tenía los datos de mi madre y no me los daría” dijo. En la cincuentena, este director de Internacional SIHRC (ONG en defensa de los Derechos Humanos inscrita en la ONU), sabe que se enfrenta a la podredumbre más arraigada de un franquismo dilatado sostenido por personas de la Iglesia católica, medicina, jerarquía legislativa y poder político. Acciones como demandas colectivas, más de mil cuatrocientos casos denunciados y la investigación de casi un millar de bebés robados, chocan contra un muro.

“Se ha tenido que recurrir a la Justicia argentina”, allí las abuelas de la Plaza de Mayo presionarían hasta contar con el Estado en la investigación, algo que aquí no sucede. Tanto en Argentina como en España el nombre de Genómica, un laboratorio privado enraizado en el Opus Dei, gestiona el ADN (trasmisión genética hereditaria) de las víctimas, donde “está Cospedal detrás; si está el Opus y la Iglesia, lo tenemos muy crudo” a la hora de descubrir la verdad. ¡La verdad! En Las enseñanzas del Papa Juan obra escrita por Michael Chinigo sobre el “Papa de Transición”, Juan XXIII, se lee: “La solicitud que la Iglesia manifiesta en promover y defender la verdad, (¿?) se deriva de los mismos designios de Dios”que quiere que todos los hombres sean salvados (¿?) y gocen del conocimiento de la verdad” (I Timoteo 2, 4)”.

¿Por qué ningún gobierno en España ha establecido un banco público de ADN?

“No se trató de crímenes privados”. Trescientas mil personas, muchas ya fallecidas, cayeron en manos de esta red. Más de tres mil valencianos y valencianas quieren saber de sus raíces biológicas.

¿Por qué las demandas quedan sin apenas investigar o se archivan? ¿Sirven de algo las firmas presentadas al Tribunal General del Estado? ¿Cuándo se reabrirán casos cerrados? ¿Dónde las matronas que intervenían partos?

Ladrones de vida. Niños robados en la Comunidad valenciana es el título del documental de una hora, con material grabado de ocho, realizado hace media docena de años  “de alcaldesa estaba la Rita Barberá” y de presidente “el Camps”, proyectado en la sala Refectorio del Centro del Carmen de Cultura Contemporánea y la organización de Amnistía Internacional. “No hemos tenido subvención de nada” apunta Miguel Hernández guionista y director de la cinta.

“El Estado español no estaba cumpliendo con sus obligaciones, creemos que el Código Penal debería ser reformado” pormenoriza el joven activista de la citada organización Daniel Canales.

¿Quién mueve hilos para que tan sucio negocio no sea desvelado?  “Es un problema de derechos humanos, no es una cuestión del pasado”.

“Estamos hablando de desapariciones forzosas” aporta la periodista y escritora María José Esteso al grueso de entrevistas grabadas. “Vallejo-Nájera (médico y comandante), asesorado por miembros de la Gestapo” fue pieza clave “en el robo sistemático de bebés, con casos incluso en Chile que vimos que habían nacido aquí” según puntualiza la política Esther López en su declaración, aludiendo a las bien tejidas artimañas para “influir para que esto se siga ocultando”. “Le dieron total libertad para sus experimentos” comentaba otra participante durante su toma cinematográfica. “Había descubierto un gen marxista” relata la voz en off. “Exterminio ideológico”. “Roban bebés y los ponen en sus familias para que sean inteligentes”.

¿Cuántos profesionales de la medicina se posicionaron como soporte del perverso engranaje de robo de bebés hasta mil novecientos noventa y tres? ¿Treinta y cinco?  ¿Más? ¿Cuántos cercanos al Opus Dei? ¿Cuántos ligados a nombres del filón político como el tío de Ana Botella o el padre de Mayor Oreja?

“Es una anomalía, aquí la democracia no cortó con la dictadura” declara en su entrevista la por entonces diputada por la oposición Mónica Oltra. “Se negaba sistemáticamente” a entregar papel alguno relacionado con tan escabroso negocio, puntualiza sobre la religiosa mencionada.

¿Nadie investiga la falsificación de identidades?

“Pagaron más de doscientas mil pesetas por mí” relata otra víctima pormenorizando que en la transacción participaron “un cura y una monja”. ¿Quién romperá el mutismo? Poderes retrógrados mantienen a España en el oscurantismo. ¿Hasta cuándo pasarse la bola o conjurar el pacto de silencio?

“El franquismo dio un poder a la Iglesia que nunca se derogó”.

¿Cómo puede ser hija predilecta de una ciudad alguien que trafica con seres humanos?  ¿Por qué lo que parece execrable en otros países aquí ni se indaga objetivamente? Negocio definitorio del alcance que tienen los tentáculos de la Iglesia católica y sus órdenes lacayas contribuyentes del erario vaticano.  ¿Por qué se quiere instaurar nuevamente el torno (mecanismo para abandonar bebés anónimamente) en algunos establecimientos?

“Me niegan documentación, ¡no, no!”, “las aguas de socorro por parte de la Iglesia”. En la zona de Catarroja es conocido el hecho de niños y niñas que venían de Madrid a través de esta red de tráfico ilegal de criaturas. Para ello se aprovechaban los fines de semana o fiestas navideñas, “teníamos un taxista de Silla y el los llevaba” cuando preguntaba por lo que debía hacer en caso de problemas simplemente se le decía que “si se le moría alguno por el camino que lo tirase a la cuneta, que no pasaba nada”. Socavar información tan tremebunda posibilita perfilar lo que realmente se ha cocido ¿se cuece? en esta desvalijada y violentada España. ¿Por qué la llamada ley de punto final, sin aprobación parlamentaria, lo tapa todo?

¿Por qué la sede papal ignora las demandas? “Este (Francisco) ni nos ha contestado, no nos dan audiencia, pasan, es un tema muy sucio”, comenta Vila.

“Hasta los años sesenta (del pasado siglo) no se construyen hospitales públicos” y están en manos de franquistas. “¡No puede ser legal robarle un bebé a una madre! se sacaba dinero con esta trama” también señala la película. “Cuando una mujer tenía dos niños o niñas desaparecía uno”. Cuando la entrega se hacía en la ciudad de Alicante “los padres los recogían en un hotel” con “el cura y la monja de turno”.

Niños y niñas que servirían fielmente, sin rechistar, hasta convertirse en servicio gratuito de cuidados, o mano de obra en campos y negocios. En Náquera y otros pueblos de la Comunidad valenciana existieron casos. “Por supuesto a ninguna secta le gusta ser considerada como tal. Se autodenomina “iglesia”, “asamblea”, “asociación”, “sociedad”, “misión”, todo menos “secta”. Hay sectarios en todas las iglesias y entre los defensores de todas las ideologías (políticas, filosóficas, religiosas y antirreligiosas” escribe la que fuera diputada Pilar Salarrullana en su obra: Las sectas. Un testimonio vivo sobre los mesías del terror en España.  Muchas personas al querer indagar sobre sus raíces biológicas sufren acoso por parte del entorno, les cambian la cerradura de la casa, o limitan su poder adquisitivo, mientras madres sumidas en la incertidumbre y la angustia no olvidan al bebé robado ni un solo segundo de su vida, soportando, además, recriminación por el afán de saber qué ha sido de la criatura. “No es remover, ¡es tu hijo, es tu sangre!”.

“Javier, mi hijo, es una pena que llevo en mi corazón, sólo pienso que no ha tenido una vida buena”. Una madre durante la exhumación al ver que su bebé no estaba en aquél pequeño féretro que le dieron en el hospital se hundió en “un gran dolor, esa madre se lleva la frustración a la tumba”. A otras mujeres les mostraban un bebé congelado.

Casa Cuna Santa Isabel en Valencia, hospital Sanjurjo Peset. “Se comercializaba con los bebés”, “eso es un crimen de lesa humanidad”. Una veintena de rorros en Valencia.

“No eran prostitutas, que querían a sus hijos”.

Tanto el Arzobispado de Valencia como la susodicha monja no respondieron a la solicitud de participación en el documental. “Puerta cerrada por parte de la Iglesia, la Conferencia Episcopal no piensa hacer nada” declara el militante de Amnistía Internacional sobre el hermetismo de las órdenes religiosas que gestionan archivos de hospitales y maternidades.

“Me quitaron a mi hijo (en los años ochenta) y no habla nadie, me lo quitaron con seis días, el dos de octubre y ¡estamos igual!”. Mari Cruz Aguado con voz clara y contundente relata al público como la doctora, “no habían monjas”, le dijo que “podía seguir llevando la leche” al centro. “¡Eso de que éramos madres solteras es mentira!”.

“¿Por qué me entregaron? Las y los adoptados tenemos derecho a saber quiénes son nuestros padres”. Vila, experto DDHH Club Unesco Heritage, desde su bufete ha “tenido más de trescientos encuentros directos, uno de un señor de ochenta y cinco años en Valencia. Considera que “las leyes se modifican muy lentamente, ha de haber una ley de bebés robados”. Desde su posición de ateo respetuoso con las religiones afirma que “el gran cáncer que ha provocado la separación es la Iglesia católica, es un estado (el Vaticano) con mucho poder reconocido y nos ignora”, es “lucrarse con nuestros nacimientos”.

“¡Que los archivos de la Iglesia se abran! Esa es nuestra última batalla, esperemos que la ganemos”,  alienta Vila. “Archivos privados son de muy difícil acceso, ningún juez va a ordenar un registro en una casa cuna de monjitas” y además se corre el peligro de que sean destruidos. “Era una casa cuna privada” la de la aún reverenciada religiosa antedicha. (Casa Cuna Santa Isabel en Valencia) señala Vila.

Desde el público, en el debate, informa una funcionaria que “los archivos se vendieron a peso” en Valencia, en el año sesenta y nueve.

“¡Esto es un drama!” exclama el presentador del acto.

Antonio Machado decía en el Juan de Mairena que “la forma de que las cosas no cambien nunca por dentro es removerlas constantemente por fuera”.