Europa es un proyecto extraordinario de unidad en la diversidad, lanzado en el continente en el periodo de postguerra y que hoy sigue teniendo tanta vigencia como entonces. La paz, la estabilidad, la democracia y los valores del modelo social europeo son metas que requieren continuar fortaleciéndose en la actualidad en un mundo tan interdependiente y vulnerable.

La pandemia del Covid-19 ha robustecido el sentido de la Unión Europea frente a los nacionalismos y los populismos tan engañosos. Así como la importancia de adoptar una estrategia común, de carácter solidario, ante los problemas económicos y sociales que afrontamos en el presente. Una pandemia que también nos ha hecho recordar el valor de los bienes públicos esenciales, como la salud y la educación, entre otros. También la necesidad de cooperar a escala internacional mediante instituciones sólidas y eficaces.

Todos los informes revelan el grave aumento de las desigualdades en los últimos años, entre países y grupos sociales dentro de cada país. Y es preciso responder a ese deterioro social con políticas adecuadas hacia un desarrollo inclusivo y sostenible. Unas políticas que apuntalen el Estado de bienestar, base del modelo social europeo, y apoyen en especial a los colectivos más vulnerables.

Las políticas adoptadas por la UE ante la crisis provocada por el coronavirus se han mostrado de gran relevancia. Tanto en el ámbito sanitario, al orientar y coordinar las actuaciones nacionales al respecto, como en los ámbitos económico y social. En ese sentido, destaca la creación del Fondo Europeo de Recuperación (Next Generation EU), financiado principalmente mediante deuda pública comunitaria con un montante total de 750.000 millones de euros.

Con base en este mecanismo y en otros de menor entidad, se articulan unos planes nacionales de recuperación y transformación que aspiran a encarrilar adecuadamente el desarrollo de los países europeos. Todo ello en el contexto del nuevo Marco Financiero Plurianual 2021-2027 que cuenta con un presupuesto adicional de 1,089 billones de euros, con cargo a recursos propios de la UE. A la postre, se trata en conjunto de un esfuerzo financiero sin precedentes para auspiciar una transición ecológica y digital de nuestras economías, en combinación con una mayor cohesión social y territorial que incluye planes de regeneración urbana y de desarrollo rural.

En el caso de España, el Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia está previsto que se ejecute con el concurso de las Comunidades Autónomas que materializarán en torno al 50% del gasto programado. Es preciso que se superen las tensiones políticas de carácter exclusivamente partidista y que rememos todos en la misma dirección. En el marco del plan de recuperación español hay previstas reformas de gran alcance que habrían de suscitar un gran consenso entre las fuerzas políticas, al igual que lo están haciendo entre los agentes sociales. Entre otras, reformas relativas al cambio climático y la transición energética, la administración pública y la justicia, el mercado laboral y las políticas sociales, el sistema educativo y el servicio sanitario, el sistema fiscal y las pensiones públicas.

¿Qué Europa queremos desde la Fundación Novaterra? Una Europa que prosiga su proceso de integración fijando sus prioridades en lograr una mayor inclusión, cohesión y convergencia social. Una Europa que respete y acoja los movimientos migratorios y muestre su capacidad para integrarlos en nuestra sociedad. Una Europa que muestre su compromiso con el conjunto mundial a través de políticas eficaces de cooperación al desarrollo en el marco de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Una Europa que apueste por el diálogo social y la potenciación del ámbito educativo y cultural para forjar una auténtica ciudadanía europea, libre y responsable, frente a cualquier tipo de tentaciones populistas.

El Plan Europeo de Recuperación, lanzado con base en el mecanismo Next Generation EU y el conjunto de políticas activadas en el nuevo Marco Financiero 2021-2027 de la UE constituyen una oportunidad única para aprender de la crisis pandémica actual al igual que de la gran recesión anterior y encaminarnos en la buena dirección. Esto es, hacia la construcción de una Europa y un mundo de las personas a través de un desarrollo sostenible e inclusivo de rostro humano.