La victoria de Juanma Moreno Bonilla en Andalucía no solo es un toque de atención a la izquierda por sus pésimos resultados electorales,  también lo es para la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y a una forma de hacer política que dista mucho de la que ejerce Moreno Bonilla y que los ciudadanos andaluces han premiado otorgándole su confianza.

A ambos les avalan unos buenos resultados electorales, por diferentes motivos. Sin embargo, el centralismo y la moderación del nuevo presidente de la Junta de Andalucía, que seguramente han sido piezas fundamentales para su éxito electoral, atrayendo a votantes de otras formaciones políticas, no se dan ni por asomo en la presidenta de la Comunidad de Madrid, que entiende la política de manera muy diferente, empezando por las políticas de pactos de gobierno.

Moreno Bonilla siempre ha dicho que no quería gobernar con Vox y que aspiraba a hacerlo en solitario. Sin embargo, Díaz Ayuso se siente muy cómoda con el partido de Abascal como socio de gobierno y nunca lo ha ocultado.

El tono y las formas son también muy distintos entre ambos dirigentes populares. Basta con seguir un pleno en el Ayuntamiento de Madrid, donde la crispación y el insulto se han adueñado del discurso político.

Los rifirrafes entre Mónica García y Díaz Ayuso han llevado el debate político a un camino sin retorno donde lo que predomina no son las propuestas para mejorar la vida de los ciudadanos sino debates espurios que dejan la política a la altura del betún.