E fectivamente, elecciones, no es un error tratando de titular vacaciones. Para la media España que nunca vacaciona y para la otra media mitad que finalmente no puede hacerlo, la elección son las sin vacaciones. Pero no era sobre ello donde queríamos fijar el periscopio, pues es al ámbito político tórrido donde queremos llegar. Pasamos de en agosto frío al rostro a en agosto paletada de encuestas sobre la arena de los leones jerónimos. Y así mismo, hay que mirar de reojo, pues hemos aterrizado en el ferragosto surfeando la tercera ola de calor e incendios pantagruélicos de este verano y en el pico, con cientos de muertos al mes desconocidos, de la séptima ola del virus corona y, finalmente, con un temporal de guerra militar en Europa y comercial en todo el Orbe, que dibuja una postal otoñal en la que nos podemos quedar hasta sin hoja de parra para taparnos.

Todos los profesionales lo niegan convencidos: estamos volcados en la gestión política y luchando por las clases medias trabajadoras y los desprotegidos. Lo que no obsta para que todas las formaciones políticas lleven meses en modo electoral, cual el lavavajillas del CIS de José Félix Tezanos, y muchos ya han hecho buena parte de sus deberes caseros, aunque otros lo han dejado para septiembre. Como los lectores saben, las elecciones municipales y la mayoría de las Autonómicas se celebran el cuarto domingo de mayo cada cuatro años en los más de ocho mil cien municipios de la piel de toro. O lo que es lo mismo, a partir de agosto faltarán nueve meses, pero pasan con la celeridad del siglo XXI. Deprisa, deprisa. Y en agosto elecciones a rostros, con las agendas privadas rebosantes.

Demorando la vista en el País Valencià, en 2019 por vez primera se celebraron las Autonómicas un mes antes que las Municipales, por decisión del presidente Ximo Puig, haciéndolas coincidir con las Generales adelantadas por el presidente Pedro Sánchez al abandonarle las huestes de Gabriel Rufián en los presupuestos, y que hubieron de repetirse en noviembre. Esta vez suponemos que el President convocará las elecciones a cortes con las Municipales y quizá su candidatura socialista sea lo único claro en el panorama político aquí abierto, junto a la del nuevo líder popular, Carlos Mazón. Aunque la dupla bipartidista no basta, pues están en juego grandes alcaldías, diputaciones provinciales y hay que buscar cabezas de lista con tirón en tres provincias, por no hablar del medio millar de ayuntamientos. Y en diciembre Generales dice el Presidente.

Aun destacando esas dos figuras, el resto de nombres y formaciones de todas las comarcas y partidos valencianos, siempre múltiples, se halla envuelto aún en una nebulosa de puertas afuera. Piensen en el futuro de Ciudadanos: será pervivir como en Cataluña y la Junta de Castilla y León o desaparecer como en Madrid y Andalucía. Reparen en Compromís, coalición de partidos, donde acaba de dimitir su cabeza de lista tradicional y exvicepresidenta, Mónica Oltra, o el consistorio de València, pendiente de la retirada de Joan Ribó, y del PSPV en el Ayuntamiento de Alicante ni hablamos. En cuanto a Unides Podem poco sabemos, excepto que el movimiento Sumar de la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz ha anunciado su intención de no presentarse como tal a las próximas elecciones de municipios y autonomías o que la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha cesado en su ministerio al reelegido secretario general del PCE, Enrique Santiago, diputado de IU.

En otras ocasiones vienen con el cuento de la necesidad de dar a conocer a los líderes y sus programas con tiempo suficiente a la ciudadanía, pero últimamente se deja para el cierre y luego asustarán todos con la ultraderecha de Santiago matamoros, como ayer en Francia y hoy en Italia, para que votemos lo que diga la tele. Aflojen la corbata y apriétense el cinturón.