No tenia noticias de él desde aquellos días del ya lejanos y convulsos del mes de marzo en que su figura campechana y patillas rockabilly saltó a las primeras planas y noticias de los informativos. Manolín o Manuel Hernández, castellano-manchego de Hellín y líder de la Plataforma en Defensa del Transporte, nos notifica que vuelven al ataque anunciando un nuevo paro indefinido a partir de la medianoche del domingo de 13 de noviembre. Me imagino que cuando uno pone en marcha una convocatoria tan grave debe haber unas razones muy importantes para hacerlo. De lo contrario, poner en peligro el abastecimiento de un país merece sin duda una respuesta convincente por parte de las administraciones que nos gobiernan ante bloqueo anunciado. Igual los pasados motines de transportistas brasileños taponando las carreteras del país tropical han servido de estimulo a la hora de la nueva convocatoria de paro por parte de Manolín y sus socios. Unos bloqueos que hasta el propio y derrotado presidente Jair Bolsonaro criticó por poner en peligro la economía del país. Esta por ver aquí lo que dirán sus correspondientes, Feijóo, Abascal y Cía. Resulta paradójico que un personaje en este caso como nuestro insigne Manolín, que según parece hace ya mucho tiempo que la empresa familiar dejó de tener camiones y que cuando disponían de ellos, según dicen, no era muy ejemplar a la hora de pagar a sus empleados, se erija en el ‘duce’ del transporte pesado en nuestro país. País paradójico.

Mi memoria paisajística y también sentimental todavía recuerda aquellas carreteras nacionales sembradas de camiones en cuyos frentes se podían leer cariñosos nombres familiares, Pepín, Anita y Luisito, empinando a duras penas un puerto de nuestra geografía mientras el olor gasoil se esparcía a gusto por sus partes traseras. Supongo que en tiempos más benignos, la enseña Transportes Manolín e Hijos circularía victoriosa por los caminos de España como aquel conductor al que avisaba cantando Perlita de Huelva mucho antes que la DGT pusiera en acción sus mensajes: «Precaución, amigo conductor/ la senda es peligrosa/ y te espera tu madre o esposa/ para darte su abrazo de amor». Ahora a falta de circulación y camiones que llevar a la carretera , Manuel Hernández ‘Manolín’ enseña músculo y poder inmovilizador agitando ese colectivo tan maltratado como son los autónomos en nuestro país, en este caso del transporte, y de paso lanzar la flota de camiones amotinados contra el perverso gobierno social-comunista como si se tratara de la divisiones Panzer cruzando la frontera germano-francesa.

Igual un día de estos o de aquellos, vete tú a saber, tenemos a Manolín sentado en el parlamento español promocionado por parte de nuestras derechas a go-go. O tentado a encabezar alguna nueva formación electoral, ‘Frente de transportistas permanentemente cabreados’. O ‘Camioneros con el gasóleo en los talones’. Quien sabe, volviendo a las notas musicales- como decía el final de la canción Pedro Navajas- ‘la vida te da sorpresas/ sorpresas te da la vista, ¡ay Dios!’. Y la vida política española de unos años a esta parte parece subida permanentemente en una montaña rusa de Port-Aventura. Puesto a sorpresas, en este caso más agradables, mi último recibo de luz ha mejorado considerablemente y esto ya no es lo que era unos meses atrás. No sé cuanto durará el periodo de bonanza y si nuestra ministra del ramo, la señora Teresa Ribera podrá seguir como Cary Cooper ‘sola ante el peligro’ y haciendo frente al voraz apetito de las energéticas.

Otras noticias - y no tan sorprendentes- ya que se veían venir, como el tirón de oreja que le ha dado un informe del Parlamento europeo al gobierno español a propósito del espionaje a politicos catalanes- y también a miembros de la sociedad civil- por sus credenciales independentistas. Vamos, que no todo vale en la lucha partidista. Como en su momento la justicia dictaminó y condenó al ministro Barrionuevo y otros dirigentes socialistas del gobierno de Felipe González a propósito de la cruzada antiterrorista contra ETA. Las recientes declaraciones de Barrionuevo al diario El Pais reivindicando con orgullo su pasado y participación en aquella guerra sucia, constituyen la manifestación y síntoma que algo no acaba de funcionar bien en el organismo de un estado que se autoproclama democrático. Un sistema con signos de infección. Igual Manolín y sus compañeros transportistas no son más que el primer sarpullido.