EL MIRADOR

(Re)pensar los cuidados para una vida digna

Laura Moreno

Laura Moreno

Qué difícil resulta hablar del 8M sin dejar de lado todo lo que abarca y, a la vez, no decir nada. Qué difícil resulta hablar hoy en día de ser mujer y no tener en cuenta todo lo que nos atraviesa. Pero ante esa dificultad existe una mínima oportunidad de poder dialogar, y el 8M es, sin duda, un lugar dónde poder hacerlo. Es y debe ser, como acuñaba la escritora y activista feminista Bell Hooks, «un espacio de sanación».

Es un día, además, dónde todo se pone en juego y dónde hacemos ese proceso de revisión de qué hemos conseguido y cuánto nos queda por conseguir. Esta tarea se vuelve compleja, ya que, dependiendo del punto de vista de quien ejerza el uso de la palabra, entenderá que estamos ante un excesivo triunfalismo o un catastrofismo irrevocable.

Desde este artículo y en este día, me quiero acercar a dialogar sobre algo que últimamente se le ha restado importancia en la agenda por los conflictos generados en el panorama político actual. Sin desmerecer la lucha y la puesta en valor de cuestiones tan importantes como el consentimiento, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestra identidad, hemos vuelto a dejar de lado la importancia de poner la vida en el centro, de reivindicar el «cuidado» como columna vertebral en los nuevos modelos sociales que se pretenden construir.

El cuidado, pese a ser considerado un tema menor, históricamente ha sido relegado a un segundo plano, haciéndolo casi invisible. No obstante, se viene «limando las asperezas» del relato que lo construye para posicionarlo, gracias a mucho trabajo y activismo, en un lugar de importancia en la agenda. Pero, no existe solo un tipo de cuidado y en este artículo intento aproximarme a alguna de sus aristas.

Cuando nos remitimos a los cuidados, tiende a ser observado como un espacio de desprecio, generando una estructura dicotómica, como si solo existiera el cuidado hacia el otro, y no nuestro propio cuidado. Además, se entiende a ese otro como un sujeto frágil y al individual, al propio, se le considera independiente, con la fortaleza de no necesitar a nada ni a nadie, lo que enmascara la realidad de la debilidad de la vida.

Y en este punto me pregunto ¿Qué debilidad atañe al proceso de la interdependencia? ¿Qué debilidad existe en querer vivir dignamente?

El sistema de cuidados no solo está precarizado por quienes lo ejercen, sino que, además, solo unos pocos pueden recibirlos dignamente, ya que, al capitalizarse y liberalizarse, hace que aquellos que menos tienen no puedan pagarlo, lo que obliga además a que se siga reproduciendo esa feminización de los cuidados. Cuando se indica a las familias que tanto hombres como mujeres deben realizar las tareas de cuidar al otro ¿Realmente está calando el mensaje? Si nos posicionamos en los datos del uso del tiempo del INE, las mujeres en el periodo de 2009 a 2010 realizaban tales tareas, en un total de dos horas más que sus compañeros varones. En la actualidad, desde Cinco lobitos de Alauda Ruíz de Anzúa, se observa como el cuidado es, además, de carácter hereditario, que se retroalimenta de hijas a madres. Lo que da lugar a que la carga familiar y de cuidado la siguen sosteniendo las mujeres.

Estas ideas me llevan a reflexionar sobre dónde se posiciona el cuidado, en un paradigma de transformación social pautada por cambios tecnológicos, que buscan, en muchas ocasiones, dar respuesta a fenómenos que ponen en riesgo la propia existencia humana, como es el calentamiento global. Al hablar de transición energética, por ejemplo, a duras penas se cuestiona el sistema de división sexual del trabajo. Entonces, ¿realmente estamos haciendo un cambio significativo para posicionar la vida en el centro? Esto lo podemos ver en películas como Alcarràs de Carla Simón, donde la vida y el cuidado de esta atraviesa el argumento de la película, abriéndose camino en la lucha por la vida en todas sus formas.

Los cuidados son, sin duda, un tema poliédrico que debe ser abordado desde diferentes ámbitos. Distintas organizaciones intentan agarrar algunas de esas aristas para posicionarlas en un lugar de relevancia. Fundación por la Justicia, por ejemplo, ejerce un cuidado interdependiente en diversas acciones sociales como la que se encuentra en el proyecto «Escoleta Matinal de Nazaret», en el cual se trabaja el cuidado mediante la educación sanadora en un espacio tan cotidiano como es el desayuno ofrecido a un alumnado en riesgo de exclusión social.

En definitiva, estas son mínimas aportaciones en torno al tema de los cuidados. Pero, siendo mínimas, animo al diálogo social para poder abordar la necesidad de sanar los cuidados este día 8 de marzo.