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El éxito de la vida

Gustavo Zaragoza

Gustavo Zaragoza

Durante el segundo semestre del presente año, la presidencia del Consejo de la Unión Europea le corresponde a España. No es la primera vez que esto ocurre, pero, en esta ocasión, se enfrenta a situaciones de especial complejidad, entre otras, el proceso electoral español, que se va a llevar a cabo justo en el momento de inicio del mandato.

Según las distintas agendas que se consulten, el semestre se enfrenta a retos de gran entidad, la reforma del pacto de estabilidad o la revisión del marco financiero plurianual son buenos ejemplos de la tarea que nos espera.

Es evidente la dificultad que acompaña la compleja responsabilidad que supone asumir el liderazgo de un organismo plurinacional. En todo caso, esta tarea debe de ir acompañada por un esfuerzo adicional destinado a subrayar la importancia que tiene el concepto de ciudadanía europea como un logro y también como una labor a mitad del camino,

Permite también, una pantalla de visibilidad enorme, ya que otorga la posibilidad de sacar a la luz cuestiones relevantes del futuro y crear sensibilidad acerca de la forma de abordar determinados cambios sociales que nos afectan colectivamente y conviene buscar soluciones compartidas. No cabe la menor duda que, una de las principales señas de identidad de la vieja Europa, es haberse convertido en una de las zonas del planeta de mayor longevidad, una característica común en todos los países integrantes de la unión y especialmente destacada en España que encabeza los datos en cuanto a esperanza de vida

La realidad a la que nos enfrentamos tiene un carácter agridulce, vivimos más y más sanos que nunca, las personas que ya no están activas, en conjunto, tienen un poder adquisitivo como jamás habían tenido y disponen de un caudal de influencia social impensable en cualquiera de los siglos que nos anteceden.

Vivimos en una sociedad en la que más del veinte por ciento del total de su población está por encima de los sesenta y cinco años. Esa circunstancia demográfica viene acompañada de un impacto social que influye de manera muy considerable en el campo de las políticas sociales, debido al papel altruista de cuidados que asumen voluntariamente, pero también suponen un elemento a tener en cuenta en el funcionamiento de la economía ya que una parte muy importante del PIB está directamente relacionada con ellos. Sin duda se trata del éxito de la vida ya que se ha democratizado enormemente la longevidad, pasando de ser una excentricidad a convertirse en un grupo significativo de ciudadanos que participan en la vida social.

Sería deseable aprovechar la oportunidad que ofrece la Presidencia del Consejo para que España asuma la importancia del fenómeno, lo haga visible y proponga una serie de llamadas de atención desde las instituciones de la Unión, se plantee muy seriamente que este fenómeno puede convertirse en un extraño éxito si no se adoptan medidas que hagan inclusiva la participación de los mayores en la sociedad y se eviten brechas o barreras entre grupos poblacionales con edades distintas, por ello, es indispensable, la creación de políticas y de órganos intergeneracionales que vigilen fenómenos como el edadismo, y que promuevan actuaciones encaminadas a mejorar la vida de los más mayores y a la vez aprovechar la potencialidad que aportan, evitando que se dilapiden los enormes conocimientos y experiencia adquiridos por ciudadanos que continúan estando activos y, sin duda, son un capital humano de gran valor para la compleja sociedad actual.