VIENTO ALBORNÉS

Entre dictaduras y dictablandas

F. Javier Casado

F. Javier Casado

Si en la última entrega de estos textos que acoge Levante-EMV nos referíamos al bicentenario de la victoria de los Cien mil hijos de san Luis en su invasión de España, por orden de la Santa Alianza de potencias europeas encabezadas por Francia, de nuevo borbónica, en 1823, logrando restaurar la monarquía absoluta de Fernando VII, Borbón, sometida hasta entonces al orden constitucional nacido en 1812 y restaurado en 1820 con el pronunciamiento de Rafael del Riego, ahorcado en ese mismo año de 1823; no podemos hacer oídos sordos en este mes de septiembre al centenario, un día 13 del mismo de 1923, del golpe militar de Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, con la complacencia del rey Alfonso XIII que lo invistió como primer ministro, creando un directorio militar que se hizo cargo del gobierno y acabó con la constitución y el parlamento. Es curioso, pues se habla de los felices años veinte del pasado siglo y para España no lo fueron tanto, como no lo han sido los del actual siglo, de momento, pues hemos encadenado una pandemia mundial no resuelta con una guerra pseudo mundial que sigue muy viva en muertes y destrucción en las fronteras de Ucrania y la Federación Rusa y de paso golpea con la peste de la inflación a las clases más desfavorecidas de la sociedad; a la mayoría social de las naciones implicadas o coadyuvantes. Hace cien años, la década se había iniciado con el desastre militar de 1921 en el protectorado español de Marruecos, que dejó diez mil soldados españoles muertos y una mala gestión por el estamento militar que iba a ser juzgada en las renovadas cortes a comienzos de octubre, pero Primo se adelantó y se hizo con el poder absoluto, con aprobación monárquica. Dicen que la dictadura de Primo, encadenada con la dictablanda del general Berenguer hasta la proclamación de la II República española el 14 de abril de 1931, tras las elecciones ganadas por los partidos republicanos dos días antes, no era un régimen militar fascista, pero el año anterior fue la marcha de Roma, que condujo al poder en Italia a Mussolini, y había dictaduras militares similares en varios países del este de Europa. Tampoco podemos olvidar que por ende su primogénito, José Antonio Primo de Rivera, fue el fundador del falangismo; fusilado en Alicante por la República tras el golpe de estado de Francisco Franco, si bien éste multiplicó por cinco los ocho años de la dictadura anterior. Miguel Primo además fue el precursor de la creación de un partido único faccioso, que luego retomaría Franco, aunque al general gallego le gustaban poco los partidos y prefería el denominado movimiento nacionalcatólico, con su sindicato vertical. Esperemos que ese espíritu conservador autoritario, que se adueñó de España en 1823, con el brazo armado de los borbones europeos, y en 1923, con las armas del propio ejército suplantando la soberanía, para acabar con sendas monarquías constitucionales (dejando al rey), no vuelva a repetirse en este 2023 que recorremos, aunque en vísperas de las elecciones del 23J ya sentimos muchos el escalofrío de un PP-Vox en el gobierno de la nación, tal y como estábamos viendo en sus horrendos pactos e actos en parlamentos y gobiernos de destacadas autonomías o ciudades. El rey Felipe VI ha encargado actualmente al líder popular, Núñez Feijóo, del partido más votado, que forme gobierno, pero junto a otras derechas locales y a la ultraderecha no alcanza la mayoría: los famosos cuatro escaños, con sus ecos de «tamayazo» o «upeeneazo».Así mismo, esperemos que 35 días en Pekín de diálogo con los que no quieren dialogar con su bloque sirvan para que explique finalmente sus proyectos para España y la UE futuras y no cuentos viejos sobre derogar lo avanzado, patrias ahora rotas o del malvado Pedro Sánchez y la roja Yolanda Díaz. No sigue siendo no.