La baza del gran tahúr

Jesús Cruz Heras

Jesús Cruz Heras

Vaya por delante para ajustar ideas que, tahúr según la RAE es aquel jugador que juega con especial habilidad.

En mi niñez, mediado el siglo pasado, era habitual en las pandillas del pueblo jugarse a las cartas los cromos, tapones de botellas o cartones de las cajetillas de cerillas. En esa lid siempre sobresalía Caravacha, el dotado niño tahúr que sin saberlo, con un arte endemoniado residente en su profundo ADN, dominaba la estrategia entre mago, adivino y prestidigitador, intuía y provocaba momentos críticos, decidía la entrega de poco para confiarnos y sorprendía con golpes de efecto para llevarse mucho. El final siempre era el mismo, acarreaba lo de todos y nos dejaba migajas de caridad para que pudiésemos seguir jugando el día siguiente, no fuese que el juego que lo sustentaba pudiera darse por acabado.

Esta escena me ha perseguido muchas veces a lo largo de mi vida y han sido muchos los momentos en ámbitos profesionales, personales y sociales, donde han aparecido con ligeras variantes adaptadas al tiempo, costumbres y circunstancias en cada etapa de la vida, situaciones semejables o cuanto menos parecidas.

Estos días por ejemplo, rememoro la partida de naipes en el Congreso de los Diputados cuan emblemático Casino Señorial, donde el gran Caravacha tendría en su mente no ganar la mano que se juega esta semana, entregando algunas bazas con portavoces de estreno y usando guantes de sibilina seda que preserven sus inmaculadas manos ante tan nimia contienda. La avanzada mente del tahúr circularía cuatro jugadas más allá, atisbaría un horizonte perfecto dotándole en su sillón/escaño, una sonrisilla mitad traviesa, mitad burlona pensando, allí os espero.

Y en efecto, hilando baza tras baza, piensa en la mano que ha perdido Alberto casi sin abrir jugada. Mientras, el croupier representante del sistema socio político reparte cartas a su Majestad para su turno en el ya próximo envite. El gran tahúr espera paciente, observa a cada jugador, conoce sus cartas, nada puede fallarle y tiene la jugada asegurada y posiblemente la partida final.

Pero sufre porque hay algo que se escapa a su control. Más allá de lo puesto encima del tapete del Congreso, amnistía ya negociada y referéndum que se le buscará el adecuado encaje, existe otro campo de juego situado en la calle Ferraz que le trae de cabeza como caballo desbocado. A los jugadores de esta contienda no hay forma de controlarlos, van por libre y ligan bazas que le superan en ocasiones. Es el máximo responsable de la organización y no puede fracasar. La bola de nieve crece y crece, no hay fuego que la derrita. Teme su devenir.

Es ya pasado mitad octubre, candidato propuesto, le salen los números, tiene la partida ganada en el Congreso, la calle alterada y en contra movida por sus adversarios no le preocupa, sabe que puede tranquilizarla. Lo que realmente le quita el sueño son sus propias siglas consciente de que hay una rebelión en ciernes más allá de todo lo que de él depende que lo tiene atado y bien atado. Piensa que así no puede ir a ningún lado con una fractura más que evidente y manifiesta. No quiere pasar a la historia con ese estigma.

Y es entonces empujado por la situación, cuando surge el gran tahúr, el inmenso Caravacha siempre ganador. Convoca de la noche a la mañana a los medios que esperan de forma multitudinaria y anuncia nuevas Elecciones Generales con fecha lo más inmediata que la ley electoral permite. Cree y así lo expone que es lo mejor para España y los españoles, quiere rebajar tensiones en lo social, en lo político y en lo económico. No renuncia al frente progresista y contará con todos los que le han apoyado. Su jugada como siempre es la mejor para él. Deja a muchos sorprendidos y a otros tantos desarmados por que los compromisos ya no les valen y deben pelear entre ellos para afianzarse cada uno en su territorio.

La jugada ha pasado de suicida donde iba, a maestra donde puede ir. Confía en ganar la mayoría con su único socio, aunque eso es inconfesable por si pudiera necesitar a algún otro. Puede ganar la gran partida en dos actos. El 23 de julio y en una nueva fecha. Suena a apuesta ganadora. Jugada maestra una vez más.