Con indudable alborozo ha sido anunciado el compromiso del Trinquet de Pelayo con la Fundació de Pilota Valenciana y la Federació. Se trata de convertir al viejo recinto con más de siglo y medio de vida en uno de los espacios culturales de la ciudad. Pelayo programará pilota valenciana, que es para lo que nació y su principal razón de ser, pero también se convertirá en un espacio multidisciplinar que abarque todo tipo de eventos relacionados con la promoción de la cultura valenciana, sus jóvenes artistas, conferencias y eventos de distinta naturaleza. Se trata de hacer efectivo el viejo sueño del empresario José Luis López de abrir la instalación a nuevos sectores de la sociedad para que, a su vez, nuevas gentes puedan conocer de cerca la riqueza de una manifestación deportiva impregnada en el alma de muchas generaciones desde tiempos inmemoriales. En su inauguración fue catalogado como el mejor trinquet de España, cuando en España había instalaciones para el juego de pelota en muchas ciudades. Cuentan las crónicas que el día de la inauguración el alcalde de la ciudad entregó los guantes a los pelotaris, mientras sonaban los compases de una banda valenciana, en un acto simbólico de gran valor por lo que suponía de compromiso de la autoridad con el juego de pelota.
Visto con perspectiva ese compromiso de la autoridad del Cap i Cassal con el Joc de Pilota ha dejado mucho que desear a lo largo de los tiempos, con gobiernos de diferentes colores. Recordamos algunas visitas esporádicas de algún que otro alcalde, de esas que se hacen para que no se diga pero nunca jamás ha habido un compromiso serio para resolver la falta de instalaciones públicas para este deporte que existe en Valencia. Este compromiso entre Fundació, Federació y Pelayo debería ser, y hay muchas posibilidades de que así sea, el principio de una municipalización de la instalación. Al menos esa es la intención de la propiedad que una vez realizada la inversión en la compra y remodelación, presentado un trinquete renovado y preparado para los mejores acontecimientos, estaría en condiciones de ser propiedad de los ciudadanos valencianos. Y nadie mejor que el Ayuntamiento de València para adquirir esta obra emblemática, en el centro de la capital, con fácil acceso desde los pueblos de toda la Comunitat y cargado de historia que contar a las nuevas generaciones.
Pelayo recuperado se convierte en un lugar de exaltación de la gastronomía valenciana puesta al servicio de los gustos de las gentes del siglo XXI. El éxito ha sido total. Toca ahora convertir sus murallas en un lugar de culto a la cultura valenciana, sin olvidarse de acoger los grandes duelos deportivos. Así es que esperamos que el día que este trinquet pase a ser propiedad de la ciudad de València, el alcalde o la alcaldesa tenga el detalle de entregar los guantes a los protagonistas de la partida inaugural de esa nueva etapa. Hay gestos que deben convertirse en liturgia. La autoridad emanada del pueblo soberano se funde a través del guante de pelotari con los nuevos héroes dignos sucesores de aquellos que inauguraron el recinto y que fueron Ramon Pallardó, « Moya», y Francisco Izquierdo « Chufa» contra Joaquin Vidal « Cames», Rosendo « Ferreret de Tavernes» y Francisco Hurtado « Tramuser».
