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Crónicas de la incultura

¿Federalismo cultural?

¿Federalismo cultural?

Buena la ha armado el ministro de Cultura con su idea / propuesta / globo sonda de dispersar el patrimonio de algunos museos madrileños para atender ciertas reivindicaciones autonómicas. Por lo que han publicado los medios, fundamentalmente se trataba de la ‘Dama de Elche’, busto ibérico que pertenece al Museo Nacional de Arqueología, y de un cuadro del Prado, ‘El fusilamiento de Torrijos’, reclamado por Málaga. Es curioso. El estado autonómico lleva transfiriendo competencias de todo tipo a las comunidades desde que se aprobó la Constitución, si no con general consenso, al menos con resignación ciudadana. Pero de repente, dicen que le van a quitar a Madrid el chocolate del loro y se arma la marimorena. ¿De verdad es para tanto? Al fin y al cabo, la vida del conocido busto ibérico ha sido azarosa: lo encontraron en una finca, cerca de Elche, y su propietario, tras ofrecérsela al Museo Arqueológico Nacional y no obtener respuesta, se la vendió en 1897 al Museo del Louvre. Hoy esto no sería posible legalmente, pero en la época sí lo era, pese a las protestas que hubo y a que el pueblo había adoptado y bautizado el busto como «reina mora».

Entendámonos, el problema no está en las transferencias, sino en la naturaleza de lo que se transfiere. La cultura es un conjunto de bienes simbólicos antes que materiales y la Dama de Elche, que no deja de ser una más de un nutrido conjunto de damas similares, se convirtió en el símbolo de la cultura ibera. Por eso, no es de extrañar que su recuperación se produjera en pleno franquismo. En 1941, un acuerdo entre dos dictadores, Franco y Pétain, permitió el canje de la Dama de Elche y de la Inmaculada de Murillo por algunas piezas del Prado. El régimen lo vendió como un éxito al considerar «ibero» sinónimo de «español», a pesar de que ibéricas, lo que se dice ibéricas, solo son las comunidades del Mediterráneo y del Ebro. Por eso la escultura se depositó en el Museo Nacional del Prado y de ahí pasó al Museo Arqueológico Nacional. Ojo al parche: nacional, esa es la cuestión. El ministro Iceta estaba a punto de cometer un crimen de lesa nacionalidad. ¿Qué hay de malo en dispersar los bienes artísticos de los museos?: pues que es como repartir una vajilla entre los herederos. Pero no creo que los museos estatales tengan por qué estar en Madrid. Al contrario, la mejor demostración de su carácter sería precisamente que cada uno se ubicase en una ciudad diferente de España. Que yo sepa esto solo sucede con el de cerámica, nuestro museo González Martí, y con el de escultura de Valladolid: que cunda el ejemplo.

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