Tras su lucha a favor de la República, su historia —como la de muchos demócratas— adquirió una nueva dimensión con el exilio. Garcia Ribes estuvo en más de una decena de campos de refugiados franceses, antes de ser trasladado a la antigua Checoslovaquia. En febrero de 1943 fue internado en Treblinka (Polonia), quizá el centro de exterminio más salvaje del régimen nazi. Logró sobrevivir gracias a declarar ser encofrador, una profesión útil para la construcción de un búnker. Así se libró de la cámara de gas y pudo conocer algunos de los planos del centro, lo que le ayudó a fugarse. Consiguió escapar de allí (junto a veintiún presos más) el 1 de marzo de ese mismo año, iniciando un viaje de regreso a España en el que recorrió (tanto a pie como en tren) más de 2.500 kilómetros. Acompañó en un principio al republicano español «el Maño», que perdió de vista en Alemania. Garcia llegó a Sumacàrcer. c. senso alzira
