La pruebas diagnósticas son evaluaciones individualizadas a alumnos de primero, tercero y cuarto de Primaria y segundo de ESO amparadas por la nueva ley educativa LOMCE y que, según la Conselleria de Educación, busca comprobar el grado de adquisición de competencias básicas por parte del alumnado en matemáticas y comunicación lingüística y oral.
Además, los padres, dice el Consell, pueden usar estas evaluaciones como elemento a la hora de escolarizar a sus hijos. Pero, la Federación de Madres y Padres (FAPA) considera que son procesos evaluativos desfasados y con graves carencias y cuyas conclusiones resultarán parciales e incompletas.
Además, sostienen que la difusión no controlada por la administración de los datos recaudados fuera del contexto educativo ha provocado ya un efecto de «competitividad» entre los centros, así como la «agudización de fenómenos de creación de 'guetos» en los colegios situados en zonas empobrecidas de los municipios. Ello resulta, en opinión de FAPA, perverso porque frena la promoción de una política educativa que frene las desigualdades. Además, contribuye a la perversión del sistema público de educación porque se diferencia entre «mejores y «peores».
