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Una plaga de moscas indigna a los vecinos y los bares de del Pont de Xàtiva alcireño

La proliferación del insecto ha provocado molestias a los residentes de la zona Culpan de la invasión al estado del barranco de la Casella

Una plaga de moscas indigna a los vecinos y los bares de del Pont de Xàtiva alcireño

«¿Nos preparas un bocadillo de tortilla de moscas?», «¡Cuidado con el pan, no se lo vayan a llevar volando las moscas!». Estas son algunas de las frases, bromas evidentemente, que tienen que aguantar los dueños de un par de bares de Alzira, situados en la Avinguda de Carcaixent, debido a la proliferación de este insecto en sus establecimientos. Su día a día se ha vuelto insoportable y ven peligrar sus negocios debido a la imagen que esa situación da a sus clientes. La única explicación plausible que encuentran es el estado del barranco de la Casella, cercano a sus locales.

El caluroso inicio del otoño ha favorecido que la mosca, uno de los insectos propios del verano, permanezca en muchos hogares. . Aunque su presencia se ha convertido en un problema para un grupo de vecinos de Alzira, concretamente en la zona del Pont de Xàtiva. En los últimos días, la proliferación de estos dípteros alcanza límites desconocidos. «Esto es rarísimo», cuenta José, dueño de un bar en la zona, y prosigue: «la gente está asombrada, no paran de preguntar a qué se deben tantas moscas en el local; se las tienen que quitar de encima como pueden».

Para José, la única explicación lógica que existe es que la plaga se deba al estado del barranco: «Por aquí alguna vez se ha visto alguna rata, así que pensé que se podría haber muerto una, pero registré cada palmo del bar y no encontré nada, así que la única posibilidad que queda es que sea el barranco, la acumulación de agua y la falta de limpieza, además del calor de este octubre, provoquen esto», argumenta.

Él mismo ha intentado denunciar su situación en repetidas ocasiones al Ayuntamiento de Alzira, quien finalmente le remitió a la CHJ. Ayer mismo, unos técnicos visitaron la zona pero no aseguraron si van a poder o no fumigar el lugar. Lo cierto es que mientras esto ocurre, José ve peligrar su negocio: «Son pocos días, pero ya se nota que algunos clientes prefieren no venir, es normal, yo tampoco querría ir a un bar plagado de moscas; pero nos fastidia la posibilidad de perder dinero por cuestiones ajenas a nosotros», relata. Al final, sólo les quedan sus clientes más fieles, quienes bromean con una situación que ha acabado con la paciencia de los hosteleros.

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