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«Recuerdo el accidente cada día»

Veintiséis vecinos de Algemesí fallecieron hace justo 45 años al chocar el avión en el que viajaban contra la sierra de Sa Talia

«Recuerdo el accidente cada día»

«Cada día nos acordamos de lo sucedido. Pasada una semana del accidente fuimos todas las viudas a la isla para reconocer los objetos personales de nuestros maridos y quedamos todas de acuerdo en volver cada año». Ha pasado casi medio siglo desde que los vecinos de Algemesí se vieran sacudidos por el trágico accidente aéreo ocurrido en Ibiza en el que perdieron la vida de 26 vecinos de este municipio. Sin embargo, los afectados los recuerdan cada día. Es el caso de Rosario Moreno, una de las mujeres que enviudaron ese día. En el avión viajaba su marido, Ricardo Huguet, un albañil de 26 años que se trasladaba a Ibiza por motivos laborales y que nunca supo que su mujer estaba embarazada por entonces.

El 7 de enero de 1972, el avión Carabelle EC-ATV de la compañía Iberia procedente de Madrid realizaba una parada en el aeropuerto de Valencia para llenar sus últimas plazas disponibles y emprender su último tramo de viaje hacia Ibiza. Sin embargo, a su llegada a la isla a las 12:15 horas del mediodía, el vuelo 602 sufría un importante percance cuando el piloto se disponía a realizar la maniobra de aterrizaje. El avión chocó contra la zona montañosa de Roques Altes, en la Sierra de Sa Talia. El accidente provocó el siniestro total del aparato y acabó con la vida de todos sus ocupantes. En total, 104 personas fallecieron, entre tripulación y pasajeros.

La investigación posterior determinó que el piloto había ejecutado una maniobra de aproximación para aterrizar, pero no tuvo en cuenta la densa niebla de la isla. Si bien el accidente conmocionó a la sociedad española del momento, ya que suponía el segundo accidente de avión más grave en España -después del Comet 4 de Dan Air- Algemesí sufrió un mayor impacto provocado por el elevado número de víctimas del municipio. Se trataba de 26 vecinos que se dedicaban al mundo de la construcción.

Moreno recuerda cómo, año tras año, muchas de las mujeres que quedaron viudas después del accidente viajaban hasta el lugar del suceso con motivo del día de Todos los Santos para recordar a sus maridos y visitar la capilla situada en Roques Altes. Con el tiempo, ha dejado de trasladarse hasta la isla por el temor a viajar en avión, por lo que valora de forma positiva la construcción de un monolito o mausoleo en Algemesí que rememore a los pasajeros del vuelo 602.

Funeral

La compañía aérea puso tres aviones a disposición de las familias para que pudieran trasladarse hasta el lugar de la catástrofe y reconocieran a las víctimas. Los servicios funerarios de la isla se encontraron con la imposibilidad de dar respuesta al número elevado de muertos, ya que solo contaban con un total de cuarenta cajas mortuorias. De esta forma, se vieron en la obligación de retrasar el funeral hasta recibir las setenta y cuatro cajas restantes procedentes de Barcelona. Además, Algemesí ofició un funeral multitudinario cuatro días después al que acudió gran parte de la localidad.

Paquita Esteve fue una de las dos vecinas que lograron trasladar el cuerpo de su difunto marido, Francisco Borrás, aunque tuvo que esperar un año para poder hacerlo. Su marido era un tallista que había montado un taller junto con un grupo de amigos. Paquita recuerda hoy la dura situación que tuvo que atravesar cuando quedó viuda a cargo de tres hijos. «Mi marido se fue a las 10 de la mañana de casa, bajé a despedirlo y a las dos horas me enteré de lo que había sucedido», cuenta esta vecina de la localidad.

Reclamación

El lugar del accidente en Roques Altes lo ocupa hoy una capilla que recuerda a todas las víctimas del avión, acompañada por dos placas con los nombres de los 104 fallecidos. Después de 45 años, Algemesí carece de algún monumento o edificación que recuerde a las víctimas, por lo que Més Algemesí ha reclamado al consistorio la construcción de un monolito conmemorativo.

El ya fallecido escultor Leonardo Borrás, hermano de una de las víctimas del accidente, diseñó una maqueta de una escultura conmemorativa que, posteriormente, donó al ayuntamiento. Su hijo Paco Borrás mantiene que la donación todavía sigue en pie con la esperanza de que llegue a construirse en un futuro.

Por su parte, muchas de las viudas de los pasajeros del avión siempre han mostrado su voluntad por mantener en la memoria del municipio a los fallecidos, por lo que muchas de ellas han tomado la iniciativa de impulsar un proyecto con el que conseguir la construcción de un mausoleo en el cementerio municipal, aunque algunas desavenencias entre ellas han imposibilitado su puesta en marcha.

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