No tienen diez cañones por banda y por mucho que el viento sople de popa eso no hace que naveguen a toda vela. No obstante, las tortugas bobas nacidas en Sueca hace dos años sí surcan el mar a un ritmo que bien podría recordar el conocido poema de Espronceda. De hecho, siguen emitiendo su posicionamiento medio año después de su suelta desde puntos como Sicilia, Túnez o Libia, lo que los expertos califican de «éxito» a nivel biológico y técnico.

Las tortugas, que procedían de un nido encontrado en 2016 en la playa de Les Palmeres, fueron soltadas hace cinco meses con emisores satélites ligeros, de 17 gramos, adheridos al caparazón para emitir el posicionamiento de las crías en el mar. Nueve de las diez tortugas que fueron criadas en las instalaciones del Área de Conservación y Recuperación Animal del Mar (ARCA del Mar) de la Fundación Oceanogràfic envían todavía señales durante su travesía.

El marcaje fue realizado por investigadores del Campus de Gandia de la Universitat Politècnica de València (UPV), siguiendo el marco del proyecto de conservación de esta especie protegida, recogido en el proyecto «Life ip Intemares», que está coordinado por el Ministerio de Agricultura y Pesca Alimentación y Medio Ambiente a través de la Fundación Biodiversidad. A parte de las diez tortugas que se liberaron en Sueca, otros 16 ejemplares fueron trasladados al Oceanogràfic, donde han sido criados este año bajo el programa «Head Starting» de la Fundación Oceanogràfic. Así, con la cría y cuidado allí recibidos, los quelonios han podido alcanzar el tamaño y las condiciones «favorables» para «aumentar» su tasa de supervivencia en el mar.

«Torrevieja» a la cabeza

Las emisiones permiten localizar su posicionamiento. El año pasado ya habían rebasado las Islas Baleares, con la tortuga bautizada como «Torrevieja» a la cabeza, que se dirigía hacia las costas de África, según el seguimiento establecido en el Proyecto Life IP Intemares. Los ejemplares que habían rebasado las Islas Pitiusas son, además de la mencionada Torrevieja, los bautizados como Benicarló, Santa Pola y Borriana, mientras que Valencia estaba bordeando la isla de Menorca, y Vinaròs rodeó Formentera para regresar hacia el litoral en dirección al norte de la Comunitat Valenciana. También se detectaron señales en las costas de València, frente a Ibiza, y en las de Tarragona, en el Mar Balear.

Su travesía por el Mediterráneo no cesa. En sus aletas acumulan centenares de kilómetros nadados, que las han llevado hasta lugares exóticos de la costa norte de África así como a algunas de las más reconocidas islas del mar que baña el sur de Europa. Mientras dure el viaje, continuará la monitorización del trayecto ya que la tortuga boba es la especie de estos reptiles que más tiempo pasa soleándose en la superficie del agua, por lo que los emisores han podido transmitir más información al satélite.

Nueva puesta en libertad

Los expertos reiteran la necesidad de proteger los nidos que se encuentran en las playas valencianas. La tortuga boba es una especie que representa filopatria, es decir, vuelve al mismo lugar en el que nació, por lo que es probable que las crías regresen cuando sean adultas. Si bien los biólogos no han podido constatar si la llegada de numerosas tortugas se debe al calentamiento global o se trata de un fenómeno de dispersión de la especie, estos animales han pasado de ser meros turistas a buscar un lugar en la costa valenciana donde poder anidar y continuar con la reproducción de su especie.

Cabe recordar que la ONG Xaloc resguardó el nido hallado en Sueca hasta su traslado al Saler. Recientemente, la organización liberó dos tortugas marinas una vez recuperadas en el centro de recuperación el Arca del Mar durante la multitudinaria celebración del Día Hermanos de Sal.