Vómitos, diarreas, convulsiones y maullidos desgarradores de dolor. La colonia de gatos que habita en la falda de la Muntanyeta de Alzira a la altura del barrio de Santa María de Bonaire, conocido popularmente como la Graella, se ha visto reducida de forma drástica en las últimas dos semanas. Las vecinas que tradicionalmente se encargan de alimentar y cuidar a los felinos han denunciado el envenenamiento mortal de más de una veintena de animales mientras que los que se han salvado han manifestado signos evidentes de debilidad y pérdida de peso. El último cadáver apareció en la tarde de ayer tras varios días de un intenso y molesto olor. «Ayer -por el miércoles- no se podía ni estar a la puerta de casa», relató Felicidad Ondoño. «Es inhumano», resumió indignada Rosa Langa, que no llega a entender «que alguien sea capaz de hacer algo así».

Las vecinas denuncian que el envenenamiento se ha producido cuando, posiblemente, más numerosa era la colonia ya que en las últimas semanas se había ampliado con varias camadas nacidas con pocos días de diferencia. La mayoría de esas crías también ha fallecido.

Espacios acondicionados

A falta de un censo, las residentes estiman en una decena los gatos adultos que han aparecido muertos en los últimos diez días y en al menos una docena las crías. Según su relato, la mayoría de ellos han acabado en el contenedor, aunque algunos han sido enterrados en la zona ajardinada habilitada al pie de la montaña, donde este grupo de amantes de los animales ha ido acondicionando espacios para que los felinos y sus crías puedan estar a resguardo y donde les facilitan agua y comida.

«Esta zona siempre ha estado llena de gatos, pero es verdad que últimamente había muchos», comentaron Rosa Langa y Francis Balaguer, que no dudan en señalar que, en base a los síntomas, se trata de un caso de envenenamiento. Alguna vecina aseguró haber llamado por teléfono a un veterinario tras encontarse con un animal agonizando, aunque no llegó a tiempo de que pudiera ser atendido. Langa explicó que también a ella se le mirió uno de los gatos en las manos.

«Yo deduje que el veneno lo podían haber tirado en el agua porque los gatos siempre se acaban toda la que les ponemos y en los días que empezaron a aparecer animales muertos no se la acababan», explicó Langa.

Esta situación ha disparado el temor entre los vecinos ya que, según aseguran, no dejan salir de casa sueltas a sus mascotas como solían hacer, ya sean gatos o perros, por temor a que puedan sufrir un envenenamiento.