Los indicios apuntaban que el hallazgo del punto concreto era cuestión de tiempo. El derribo controlado de las casas de la calle Chulvi que expropió el Ayuntamiento de Alzira siempre ha estado bajo el foco de la mirada de los técnicos al situarse en esta porción de terreno una Área de Vigilancia Arqueológica especial donde destacaría la ubicación del primer horno de la ciudad que mandó construir Jaume I en el siglo XIII. Y ahora los indicios parecen constatar las teorías, gracias a la aparición de la cúpula de un horno en este espacio geográfico castigado por el paso del tiempo.

De momento nadie se ha adentrado en la zona donde se avista la mampostería y la forma de la bóveda, pero las primeras observaciones sobre el terreno dejan entrever a que se trataría de un horno mucho más reciente que el mandado por Jaume I. Así lo confirmó a Levante-EMV Agustí Ferrer, arqueólogo municipal y director del museo municipal: «Parece ser que las instalaciones descubiertas tendrán algo más de cien años. Hablamos de un horno moruno, que podría haber sustituido a otros anteriores. Estas instalaciones se utilizaron durante muchos siglos para hacer pan y cada vez que se renovaban se construía sobre el anterior, no se proyectaban al lado».

Así, para certificar la presencia del horno que Jaume I mandó construir -en aquella época este tipo de proyectos se hacían con permiso de la Corona o de un señor feudal de alto rango, ya que hasta se controlaba la harina a usar- se debería desarrollar una futura excavación arqueológica sobre la zona. La presencia de cimientos y vestigios de notable antigüedad o de azulejos reutilizados a través de las diferentes épocas puede ser un buen punto de partida para determinar la presencia de la instalación otorgada por mandato del Conqueridor.

Operaciones manuales

De momento, en la zona donde se cree que se puede ubicar el horno moruno más antiguo de Alzira se puede apreciar un considerable agujero que deja ver parte de una cúpula. Durante los próximos días se ejecutará una retirada manual de los escombros, lo que ocasionará que las máquinas no trabajan cerca de este espacio. Las grúas y excavadoras si seguirán en la zona del amplio solar, pero se quiere minimizar el impacto de las vibraciones que proceden de la maquinaria pesada.

El objetivo es evitar lo que ocurrió con el arco del siglo XVI que fue hallado hace semanas, que acabó derrumbado por la afección de los trabajos en la parcela colindante. Ahora, este característico elemento -que podría suponer la identificación de la entrada de la antigua judería- tendrá que ser restaurado integralmente por los técnicos tras acabar desplomado. El arco de piedra formaba parte de un antiguo «atzucac» en el corazón de la Vila y fue redescubierto hace una semana gracias a la memoria del investigador local Norbert Blasco, que recordaba haberlo visto a principios de los ochenta. Soportó años y años de abandono y la situación de ruina de los inmuebles que lo ocultaban, pero no pudo aguantar las obras de derribo de este conjunto de casas de la calle Chulvi.

La Asociación Gaspar Dies también apunta la necesidad de reducir las vibraciones de las máquinas. Quizás, esta vez el desescombro sea más controlado.