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De ayer a hoy

Notarios de la historia

Benifaió acoge a los cronistas oficiales de la Ribera Alta Una ruta por la ciudad permite a los visitantes admirar el patrimonio arquitectónico local

Los cronistas oficiales de la Ribera que pertenecen a la Asociación de Cronistas Oficiales del Reino de València se reúnen periódicamente en distintas poblaciones del entorno. Lo hicieron por vez primera el 18 de febrero de 2017 en la Muntanyeta del Salvador, en Alzira; después el encuentro tuvo lugar en Polinyà de Xúquer; el 2 de diciembre de 2017 la reunión se celebró en Carcaixent y, el pasado sábado, en Benifaió, donde se dieron cita diecisiete cronistas.

Francesc Beltrán y Enric Marí; de Alberic, Antoni Torres; de Sollana, Joan Ferrús y Llorenç Benaches; de Guadassuar, Josep Enric Mut; de Almussafes, Cecilio Alcaraz; de Carcaixent, Bernat Darás; de Antella, Ramón y Marina Estarlich; de Benimodo, Rafael López Andrada; de la Pobla Llarga, Joan Catalá; de Catadau, Miguel Cervera; de Massalavés, Josep Navasquillo y, de Alzira, Aureliano Lairón y Alfonso Rovira. La próxima reunión será en Guadassuar.

Los cronistas visitantes fueron recibidos por la concejal de Cultura del ayuntamiento, Bibiana Piles Rovira, Francesc Beltrán; el cronista Enric Marí y el párroco de la iglesia San Pedro, Félix Duart. Tras el almuerzo de confraternidad, los visitantes pasaron a la iglesia, donde Francesc Beltrán y el cura párroco explicaron con todo detalle la historia de la iglesia. Este templo fue construido entre los años 1770 y 1783 sobre la anterior iglesia, que se halla en el centro de la plaza Mayor de Benifaió. Posee un frontispicio monumental de tres cuerpos, con dos torres laterales y, entre ellas, en el centro, se ubican las imágenes de San Pedro y San Pablo y un rosetón con la tiara y llaves del primer Papa de la iglesia católica, que sostienen dos querubines.

En el interior, la planta de cruz latina con una única nave central. El templo es de estilo neoclásico, con algún elemento barroco. El primitivo debía tener unas reducidas dimensiones, dada la escasa población. El 28 de abril de 1435, Joan Ferrando, «jurat» de Benifaió, y Bernat Mestre, «jurat» de Almussafes, contrataron a Gonçal Peris la fabricación del retablo mayor para la iglesia de este pueblo y los parroquianos lo dedicaron a San Pedro. El pintor se comprometió a realizar el trabajo en su obrador de València, alcanzando un coste de sesenta y tres libras.

A continuación pasaron a visitar la Torre de Mussa o de l'Horta, situada al lado del ayuntamiento, donde los cronistas disfrutaron de las explicaciones de Francesc Beltrán. Este interesante monumento fue construido durante el periodo almohade, posiblemente en el siglo XII, con la función de observatorio y defensa de la población musulmana de los alrededores. La torre tiene 23 metros de alzada, con una base cuadrada de 11 metros. Sobre la misma, a 3,40 metros, aparece la entrada original. La otra puerta existente es posterior a la que conectaba con el edificio del palacio de los Falcó, del siglo XVII, al cual aparece unida. La torre que fue construida para la vigilancia, defensa y refugio de los habitantes de la antigua alquería islámica, pasó después a formar parte del sistema fortificado del palacio y estuvo dedicada a prisión, granero, bodega y, en alguna ocasión, fue utilizada por los colombaires locales. El derrocamiento en 1978 del antiguo edificio del ayuntamiento permitió liberar la torre en tres de sus costados y, con la restauración terminada en 1996, se completó la recuperación para la ciudad de este edificio como emblema de la población y el recuerdo de sus orígenes.

De este pasado histórico todavía quedan vestigios: el probable aljibe, del medievo, que se extiende debajo de la plaza; la casa palacio de los Falcó, la iglesia parroquial de San Pedro, que conserva la arcada gótica de la anterior fabricación y el molino viejo, ambos del siglo XVIII; la estación de ferrocarril, de 1852, y ya del siguiente siglo el lavadero -1926-, el mercado de 1929 y la ermita de la Virgen de los Desamparados, que sustituyó a la antigua en la calle del Calvario, del siglo XIX, que fue derrocada en 1937, donde se conserva la imagen original, salvada de la quema de edificios religiosos que tuvo lugar en 1936, durante la más incivil de las guerras.

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