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«Estar dentro es una locura, no te rehabilitas nunca»

«En casa no tengo bombillas y no soporto el ruido de las cadenas, me recuerda las palizas que pegaban a los compañeros»

El paso por el corredor de la muerte deja huella de por vida. «Estar ahí dentro es una locura, no te rehabilitas nunca», comenta Joaquín José Martínez, si bien admite que con el tiempo ha superado algunos tics o miedos con los que salió en agosto del año 2000, antes del segundo juicio que le declaró no culpable. Otros permanecen.

«Yo no tengo bombillas en casa, tengo halógenos -no soporta la iluminación de las bombillas que le recuerda la que había en las celdas y los bajones de tensión cuando se activaba la silla eléctrica- ni tampoco soporto el ruido de las cadenas, me recuerdan cuando alguien bajaba por la escalera y las palizas que pegaban a los compañeros», relata. No obstante, ya no se detiene ante cualquier puerta a la espera que le den permiso para entrar.

Con todo, hoy plenamente integrado en Alberic -asegura que incluso pertenece a una comisión fallera-, detalla que nunca recibió tratamiento psicológico. «Cuando salí del corredor me ofrecieron varios profesionales, pero quién en España había tratado a alguien salido del corredor de la muerte. Mi tratamiento ha sido la gente, el trato que recibido», comenta, mientras detalla que tras residir una temporada en Madrid recaló en València. «Es mi casa, me siento un valenciano más, pero no porque me sienta yo, sino porque me lo han hecho sentir y el apoyo de todos es importante», señala.

Padre de siete hijos -dos de ellas se encuentran en Estados Unidos-, asegura que son los que le dan vida. «Son mi tratamiento psicológico», concluye.

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