Salvador Montañana ya es el nuevo alcalde de Guadassuar tras la primera moción de censura que se celebra en España en esta legislatura. Ayer, a la una de la tarde, los votos a favor de Compromís y el PSOE, que no coincidieron en el día de la investidura, sí comulgaron para retirarle la vara de mando al popular Vicent Estruch, que cumplía 38 días al frente del consistorio, para devolvérsela al líder de la coalición valencianista en Guadassuar. Los unos, ya fuera del poder, ofendidos por las formas y recordando su condición de partido más votado; los otros, ganadores finales del incómodo „y así reconocido„ vaivén consistorial, reivindicaron la legitimidad del mismo como reflejo de la voluntad de la mayoría de Guadassuar.

Respecto a los asuntos de más urgencia en el consistorio, Salvador Montañana citó el caso del circuito de Guadassuar, envuelto en un proceso jurídico, y afirmó que no cabía la «mediación» que había intentado iniciar Estruch en su etapa como alcalde. «Se media en cualquier caso entre particulares. Aquí hay un particular, por un lado, y la ley y la administración pública, por el otro. Que cumpla con la declaración de interés comunitario, y luego podrá abrir. No hay más», sentenció. Rosa Almela, por su parte, se refirió a los problemas de plantilla de la policía local y aseguró que trabajarían «desde hoy mismo (por ayer)» para tener soluciones antes de las fiestas de la localidad, en agosto.

La sesión extraordinaria empezó más tarde de lo previsto, y tras un minuto de silencio en memoria de la mujer asesinada el lunes en Calp por su marido. En el auditorio aguardaban, entre otros, el exalcalde José Ribera, la diputada Elena Bastidas, la vicepresidenta de la Diputació Maria Josep Amigó y miembros de Compromís como Paco Salom o Albert Furió. Primero tomó la palabra el propio Montañana como alcalde propuesto en la moción de censura, espacio que aprovechó para volver a recordar que, tras la sesión, el gobierno de Guadassuar se correspondería finalmente con lo recogido en las urnas. «Y sabemos que el alcalde saliente no ha tenido tiempo de demostrar nada, pero la decisión no es personal», insistió. Vicent Estruch, por su parte, declinó realizar ninguna valoración aún como alcalde, movimiento al que sucedieron unos segundos de desconcierto en los que nadie sabía si le tocaba hablar. Lo hizo finalmente Rosa Almela, para explicar lo sucedido desde la perspectiva del grupo local socialista y pedir disculpas a la ciudadanía por el mal trago de la moción de censura. «Agradecemos el trato que nos ha brindado el PP, pero nuestras políticas distan muchísimo. Las bases nos pidieron que siguiéramos negociando con Compromís», argumentó. Luego tomó la palabra Ferran Barberá, de Compromís, quien transmitió las mismas disculpas y aseguró que el que se inicia ahora será un gobierno «que tenderá la mano» a la oposición.

Descalificaciones ásperas

Puede que el PP recoja el guante en algún punto de la legislatura. No será pronto, atendiendo al tono incendiario del discurso que Estruch sí se lanzó a realizar en calidad de portavoz del partido. Con los tonos más graves de la escuela dialéctica popular, acusó a PSOE y Compromís de haber realizado la moción «con nocturnidad y alevosía», y haciendo gala de unos «egos» que «ni han permitido trabajar al PP, ni tampoco entrar en la junta de gobierno». Las caras graves a la otra parte de la mesa de la corporación guadassuarense mutaron en rictus más irónicos a medida que el discurso se hacía más largo, más destructivo. Estruch listó lo que parecían la totalidad de los fallos del anterior gobierno y terminó prometiendo la «fiscalización» del nuevo, «colaborando cuando la situación lo requiera». La mitad del auditorio se arrancó con ruidosos aplausos, ante el silencio de la otra mitad.

A continuación tuvo lugar la votación de la moción, de forma individual, con el resultado esperable: ocho a favor „cinco de Compromís, tres del PSOE„ y cinco en contra, del PP. La nueva etapa de Salvador Montañana como alcalde de Guadassuar se recibió con los aplausos de la segunda mitad del auditorio, y abucheos y algún «fuera, fuera» procedente de los simpatizantes del PP. Vicent Estruch, en cambio, buscó ser el primero en estrechar la mano a su sucesor.