Una casa debería ser un lugar en el que cualquier persona debería sentirse a gusto, sin miedos y segura. No obstante, no siempre ocurre así. Buena cuenta de ello lo da Luisa Sarriá, vecina de la Vila, el barrio histórico de Alzira. Desde hace cuarenta años reside en la calle Mayor Santa María, justo al lado de una vivienda que, a cada día que pasa, parece más cerca de caerse por su propio peso.

«Vivo aquí desde hace cuarenta años y, por aquel entonces, la casa de al lado ya estaba deshabitada. No sé de quién era y nunca nadie ha puesto un pie allí», explicó a Levante-EMV. Durante cuatro décadas, ha vivido, pared con pared, junto a una casa cuyo estado ha emperado, año a año, de manera inaplacable. En la actualidad presenta un estado de deterioro considerable. Según aseguró esta vecina, en cuarenta años apenas se han llevado a cabo un par de actuaciones para frenar, ligeramente, los posibles peligros: «Hace unos treinta años o así vinieron a tapiarla, porque cualquiera podía entrar. De hecho, en más de una ocasión venían personas a drogarse. Hace siete u ocho años me quejé al ayuntamiento del estado de la casa y únicamente acudieron unos operarios a asegurar el balcón, que amenazaba con caerse en plena calle en cualquier momento. Retiraron unos ladrillos y poca cosa más», manifestó Luisa.

En la actualidad, lo que antes era una vivienda ahora es una auténtica ruina. Si bien es cierto que desde fuera parece simplemente una casa en mal estado, sus paredes esconden un panorama mucho más desolador. Desde la calle se puede echar un vistazo a su interior. Escombros por todas partes. Desde el suelo se puede ver el cielo porque ya no están ni el primer piso ni el tejado, lo que evidencia que ha sufrido al menos un desplome, si no más. «Vivo al lado, con mi hijo, y esto no se puede soportar. Es un pozo de insalubridad y me provoca grandes problemas de humedades. Además, ¿qué hacemos si se nos cae una pared? Es increíble que esto se mantenga así en una calle por la que, para más inri, desfilan cada año miles de cofrades», lamentó.

El dueño, desaparecido

Aunque esta vecina aseguró que desde entonces no ha parado de reclamar soluciones, el actual gobierno municipal explicó que únicamente se tiene constancia del caso a partir de una instancia presentada en septiembre de 2016. «En ese momento, nos pusimos a averiguar qué sucedía», explicó la concejala de Urbanismo, Sara Garés, que prosiguió: «Vimos el estado de la casa y es cierto que está en muy malas condiciones, con su interior prácticamente derruido. Desde entonces se puso en marcha una orden de ejecución de obras al propietario, pero aunque se ha intentado localizar, no se ha obtenido respuesta».

«Así que una vez finalizados los plazos administrativos, será el ayuntamiento el que realizará una ejecución subsidiaria, aunque teniendo en cuenta su particularidad. Hablamos de una vivienda que forma parte de la Vila, no se puede derribar una vivienda sin un proyecto de sustitución porque el casco histórico está protegido. Así que derribaremos el interior y realizaremos las actuaciones necesarias para proteger las viviendas colindantes», agregó.