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Efeméride

El Forn que cuece las fallas cumple 75 años

La sexta comisión más veterana de Alzira inició su trayectoria en 1944 en la plaza que la da nombre

Miembros de la comisión fallera en el año 1945. archivo falla plaça del forn

No podía haber tenido un origen diferente. Junto a las llamas. Un grupo de amigos que se calentaba junto a una hoguera de Sant Antoni en la emblemática Placeta del Forn, en plena Vila de Alzira, tuvo una idea. Era enero de 1944 y su pequeño deseo era montar una falla, como ya habían hecho comisiones como Sant Joan, El Mercat o la Plaça Major. Aquello llevaría a la creación de la que hoy se conoce como la falla Plaça del Forn, la sexta más antigua de la ciudad y que conmemora su septuagésimo quinto aniversario.

El nombre no es baladí. Su vinculación a aquel horno, que antiguamente daba nombre a la pequeña plaza, marcaría para siempre la historia de la comisión. No en balde, su primer presidente fue el panadero Paco Tudela Murillo. Junto a él estaban, en aquellos inicios, Salvador Castells Comas, que fue el primer secretario, y Jaume Lozano Romeu, delegado de Fiestas. Curiosamente, fue su hermana, Nieves Lozano, la que sería la primera fallera mayor de la comisión. El cargo representativo se elegió a suertes entre cinco amigas. Su relación con el horno va más allá. De hecho, desde sus inicios, la asociación luce como distintivo una pala de madera, utensilio característico en el mundo de la panadería.

Un pasodoble como himno

No obstante, no plantarían su primer monumento hasta el año siguiente, 1945, bajo el lema «El agua y la venta de frutas». El artista fallero fue Ignasi Ríos Magraner. Su trabajo fue el último entre los premios del ayuntamiento, pero eso significaba que su trayectoria sólo podía ir hacia arriba en el futuro, como así fue. Dos años más tarde, una de las personas más queridas por la comisión, Emilia Llavador, escribiría su himno con la música del pasodoble Islas Canarias. La comisión logró remontar años complicados en los que ni siquiera pudo plantar monumentos ya que se tenía que pedir permiso a la Guardia Civil, que no siempre lo concedía. Fue en 1951 cuando la falla Plaça del Forn tuvo su gran recompensa, al ganar el primer premio.

Los galardones se reptieron a lo largo de la década de los sesenta, tanto al monumento, como al «llibret» o al «enginy i gràcia». En 1961, haciendo honor a sus orígenes, la comisión creó su máxima recompensa: la Pala d'Or. Únicamente se entrega una por año y con ella se reconoce el trabajo y el sacrificio de los miembros de la comisión. Fue un poco más tarde, en 1964, cuando uno de sus actos más emblemáticos cogería el impulso definitivo: la «cassolà». Tradicionalmente, cada 18 de marzo, las mujeres de la falla preparaban arroz al horno para todos. En aquella ocasión se invitó a autoridades y miembros de la Junta Local; además, de manera honorífica, se entregó una Pala d'Or a cada una de las falleras mayores de Alzira y la alcaldesa consorte. Se daría un paso más en la tradición en 1977, año en el que Miguel Albarracín Mengual, por encontes presidente, y el resto de su equipo decidieron dotar al acto de una dama destacada, la Cassolera. La primera fue Empar Pelufo.

En la Sección Especial

La Falla Plaça del Forn estuvo durante muchos años en la Sección Especial de Alzira, aunque fue a partir de los años ochenta cuando pasó a militar en Sección Primera, donde todavía permanece. Precisamente, en 1982 la comisión se constituyó como asociación cultural y al año siguiente se adquirió el «cau» actual.

En los últimos años, la comisión ha apostado por la cultura, lo que se ha plasmado en una elaboración más cuidada de los «llibrets». De hecho, fue el año pasado cuando la falla Plaça del Forn tocó techo, ya que su trabajo «Dones» se hizo con el primer premio en Alzira y con el segundo de la Generalitat. Todo un hito que pone de manifiesto que, pese a su longevidad, todavía quedan muchos éxitos por lograr.

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