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«Cuando generas una deuda por el juego quieres pagarla jugando»

Alertan de que los videojuegos no tienen el factor del refuerzo inmediato, pero algunos menores ya contraen deudas

Otra vertiente del problema que, según la psicóloga, «apunta maneras», es la adicción a los videojuegos o el teléfono móvil. «La diferencia a nivel cerebral para que se desarrolle una conducta adictiva es que tiene que haber un refuerzo inmediato y una recompensa y la ilusión de control, de que te va a tocar esa recompensa, y en los videojuegos no está este componente, pero se dan casos como el de un niño de diez años que se había gastado 700 euros para conseguir mejoras en un videojuego», relata.

José Bustos, por su parte, apostilla que, en el caso de los menores, el hecho de recibir «dinero por nada no genera valores, ni compromisos ni ninguna iniciativa propia para conseguirlo» y, a la vez, una especie de convicción por la que «si tu debes dinero por jugar quieres pagar lo que debes jugando», lo que da lugar a un círculo vicioso «cuando el que ha inventado esto no lo ha hecho para que tú seas rico, sino para ganar dinero él». Tantos Bustos como Prieto señalan el riesgo de como un joven puede socavar su futuro generando una deuda cuando, en ocasiones, ni siquiera se ha incorporado a mercado laboral.

Javier Milla incide en que el problema del juego «es progresivo» y continuará esa tendencia mientras se propicie la publicidad «o se mantenga una legislación laxa sobre el hecho de permitir la entrada de menores en salas de juego, porque sabemos que es algo que pasa». José Bustos subraya que «se relativiza mucho el problema» y alerta de la falta de regulación ya que incluso la publicidad incita a jugar «responsablemente».

El psicólogo apunta como causa del progresivo aumento de peticiones de ayuda que cada vez se conoce más este recurso -no precisa de una derivación por parte de otra unidad, sino que cualquier persona puede solicitar ayuda- y, a falta de datos evaluables, no duda en señalar que aquellos que asisten a las terapias mejoran. «Se habla de mantener la abstinencia cuando se llevan dos años o más sin jugar o sin consumir una sustancia y ahí no hemos llegado todavía -el servicio cuenta con poco más de un año-, pero la gente mejora y mucho cuando viene a la terapia. Los ves como entran y como evolucionan y son personas distintas», subraya Milla.

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