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Inundación

Alzira, epicentro del riesgo

El deficiente funcionamiento de la presa de Bellús, la red de peligrosos barrancos que la envuelve y la falta de un sistema de drenaje efectivo

El Barranc de Barxeta al incorporarse al de la Casella, a escasos metros del Xúquer. vicent m. pastor

Alzira se salvó el martes por los pelos de una inundación. Si en los últimos episodios de lluvias intensas que anegaron parte del casco urbano la amenaza procedía de los torrentes que confluyen en la cuenca este -el peligroso Barranc Fosc, el del Respirall, el del Gracia Maria y el de l'Arena-, en esta ocasión, además de llover en las montañas de esta vertiente -la estación de Avamet en la Casella ha registrado 330 litros por metro cuadrado en tan solo cuatro días-, el Xúquer bajaba crecido tras recibir las aportaciones del río Sellent y, especialmente, del Albaida, que provocó que se desbordara en Alberic, y también el Barranc de Barxeta discurría desatado. La borrasca Gloria había creado la «tormenta perfecta» para que el agua volviera a anegar las cotas más baja del núcleo urbano aunque, cuando todo apuntaba a una inundación inexorable, el martes a mediodía dejaba de llover.

La ausencia de precipitaciones supuso un respiro cuando el agua acechaba la ciudad por varios frentes. Cierto es que, salvo en el episodio del miércoles por la mañana, los barrancos que confluyen en el Camí de Pescadors desaguaban hacia el Canal de Les Basses sin mayores dificultades. Lluvia continuada, aunque no torrencial. Pero superado este primer punto negro, el agua tropezaba con otro, como poco, igual de conflictivo, sino más: el barranco de la Casella. En él confluyen no sólo los torrentes de la vertiente este, sino también el Barranc de l'Estret, que recoge las lluvias del valle d'Aigües Vives, y otras ramblas de menor recorrido que cruzan Vilella.

La suma de escorrentías que recibía y la dificultad para desaguar por la crecida tanto del Barranc de Barxeta, que desemboca en él en perpendicular, como del propio Xúquer, provocó que el nivel del agua subiera en el barranco de la Casella hasta obligar a cerrar la compuerta que regula el desagüe de Les Basses, para impedir que el agua realizara el camino inverso e inundara esta barriada. Con las compuertas cerradas, en caso de lluvia, el agua no hubiera tenido salida.

A 30 cm de aflorar por el colector

Pero la amenaza a Les Basses no procedía solo del cielo, sino también del subsuelo. El nivel del Xúquer no dejaba de subir tras recibir las enormes aportaciones del Albaida, que provocaron que se desbordara en Alberic, y del Sellent. Cabe recordar que la presa de Bellús, concebida como un embalse de laminación, no puede cumplir su función a pleno rendimiento. El plan de explotación estableció un volumen máximo de 29 hm3 cuando tiene capacidad para más de 69 para evitar riesgos en el terraplén que soporta la línea férrea Xàtiva-Alcoi. La crecida del Xúquer provocó que el agua anegara parcialmente la red de colectores de la ciudad y, en los puntos bajos en los que el ayuntamiento realiza un seguimiento del nivel que alcanza, se quedó a unos 30 centímetros de aflorar a la calle.

Se había salvado otro momento crítico, pero la tarde todavía iba a ser larga. El Ayuntamiento de Alzira había informado de que la punta de crecida del Xúquer se esperaba hacia la medianoche, por lo que las alarmas permanecían encendidas. El alcalde, Diego Gómez, llegó a comentar que habían muchas posibilidades de que el agua «paseara» por las calles de la ciudad. De hecho, en base a esta previsión, el ayuntamiento había aconsejado a los vecinos de Les Basses que subieran a plantas altas electrodomésticos o enseres que tuvieran en garajes y plantas bajas para minimizar daños. Las horas pasaban con todas las miradas puestas en el río. Tensa espera.

La tranquilidad no llegó hasta la medianoche. El alcalde informaba a través de la emisora municipal de que el nivel del río permanecía estable y que el riesgo de inundación se disipaba. El barranco de la Casella, donde el agua había alcanzado 4,15 metros, dejaba de subir. Los vecinos de estas barriadas podían dormir tranquilos. Otro susto más. Las autoridades reclaman infraestructuras y, en esta línea, la ampliación del barranco de la Casella se presume inaplazable.

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