El párroco de la iglesia de Santa Catalina de Alzira reprochó ayer al ayuntamiento que vallase la torre inclinada sin siquiera explicarle el motivo. El consistorio tomó la medida por precaución al temer que se precipitasen cascotes del deteriorado campanario gótico sobre la vía pública en un día como el sábado, que reunió a varios miles de falleros en los alrededores durante el acto de la Crida.

«A la parroquia no ha llegado ninguna notificación al respecto. Ni siquiera me han llamado por teléfono para decirme a qué se debe este vallado especial. La burocracia municipal es muy lenta, a lo mejor la semana que viene me dicen algo», ironizaba al respecto Enrique Masiá, cura de Santa Catalina, que añadía a continuación: «Todos conocemos el deterioro que padece la torre. Lo que deberíamos saber es porqué se valla ahora y no antes, ¿qué ha sucedido para que ahora exista riesgo y antes no?», cuestionó.

Parroquia y ayuntamientos llevan muchos años sin ponerse de acuerdo, sobre todo con las discrepancias que existen alrededor de la sacristía. Tal y como recordó Masiá, existe un plan especial de protección de la Vila en el que se incluyó el conjunto de Santa Catalina, declarado Bien de Interés Cultural. «Cuando se aprobó por el pleno, se comentó que se realizaría una modificación que tuviese en cuenta nuestro criterio sobre la sacristía. Nos dijeron que hacía falta un plan director que estudiase las patologías que afectan a la iglesia y cuando lo presentamos a la conselleria nos dicen que no es válido porque, aunque plantea una restauración respetuosa, contradice el documento del ayuntamiento que nos dijeron tendría un hueco para nosotros».

Las discrepancias entre ambas partes se remontan varios años. Hace prácticamente dos décadas apareció un absidiolo gótico en uno de los extremos de la iglesia, lo que paralizó las obras de construcción de la sacristía en base a los designios del párroco. En 2013 se aprobó un nuevo plan que apostaba por reconstruir este absidiolo y que abogaba por separar el campanario de la iglesia, que se quedaría exenta. Pero nunca se ha llevado a cabo ninguna intervención y la reconciliación de ambas partes se encuentra tan alejada como por aquel entonces, lo que dificulta cualquier reforma, por necesaria que sea. «No hay manera de que esto se agilice por las buenas. La torre no puede quedarse exenta si no tenemos sacristía, es un elemento imprescindible. Es una pena, porque a día de hoy existen desperfectos en la iglesia que ya son irreparables», lamentó Masiá.