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El cultivo del cáñamo industrial ya echa raíces en la Ribera

Un grupo de emprendedores planta una finca de cinco hectáreas en Alzira como experiencia en busca de una alternativa rentable a la agricultura tradicional «No es marihuana», subrayan

El cultivo del cáñamo industrial ya echa raíces en la Ribera

No es la primera experiencia, pero todavía resulta extraño su cultivo, al menos en la comarca de la Ribera y su entorno, ya sea por desconocimiento o por los recelos que puede llegar a generar. «No es marihuana», tercia Ángel Sanchis, uno de los promotores de una plantación de cáñamo industrial en una finca de cinco hectáreas situada en el Forn de Carrascosa, un área rural del término municipal de Alzira, donde se acaban de sembrar 10.000 plantas.

«Se trata de una inversión de carácter empresarial a ver qué pasa, aprovechando una finca familiar que llevaba diez o doce años sin cultivar», comenta Sanchis, que adelanta que si la experiencia sale bien y los números realizados sobre el papel se confirman, «la idea es constituir una cooperativa y promocionar el cultivo del cáñamo industrial como una alternativa para la agricultura». Cannatech Cooperativa Valenciana es el nombre ya reservado por este heterogéneo grupo que integra a arquitectos, abogados, economistas y en el que sólo uno de ellos tiene experiencia en la industria alimentaria.

A falta de habilitar una nave de secado, necesaria en este tipo de cultivo, cifran en 150.000 euros la inversión realizada en el acondicionamiento de la parcela y se muestran cautos sobre las perspectivas de rentabilidad. «La cotización varía mucho», apuntas Sanchis, aunque se muestra optimista ya que, según subraya, «del cáñamo se aprovecha todo».

Similar a la marihuana

Las características físicas de una planta de cáñamo industrial son muy similares a las de la marihuana y pueden llevar a confusión al tratarse de variedades de una misma familia botánica, aunque sus propiedades son muy diferentes. Ángel Sanchis subraya que el cáñamo industrial es un cultivo legal en el que se utilizan semillas certificadas por la Unión Europea que garantizan que la presencia del THC, el principio psicoactivo de la marihuana, está por debajo del 0,2 % y que, además, se puede acoger a las ayudas de la PAC «en el mismo rango que el lino o el algodón».

«Del cáñamo se aprovecha todo, el tallo, la semilla, la flor...», incide el abogado alcireño, que se ha embarcado en este proyecto junto a sus tres hermanos, el economista con el que comparte despacho en Alzira, José Peris, y Josep Monzó, de Carlet, el único con experiencia en la industria alimentaria, uno de los posibles destinos de la producción.

«El cáñamo produce fibra que utiliza la industria textil, mientras que las semillas se destinan a la industria alimentaria», explica el portavoz de la sociedad, que asegura que fabricantes del sector cosmético ya se ha interesado por hacerse con las flores de esta joven plantación, que también tienen salida en este mercado.

Por otra parte, Sanchis destaca que estas plantas también generan el CBD, un componente que utiliza la industria farmacéutica o empresas que dispongan de la preceptiva autorización para procesarlo, explica.

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