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Obstáculos

El intento de los presidentes por unir las tres cooperativas choca con recelos en las juntas

La negociación se enfría cuando el acuerdo estaba más cerca que nunca y los mandatarios abogan por concienciar a los críticos de que la fusión es necesaria

El intento de los presidentes por unir las tres cooperativas choca con recelos en las juntas

La fusión de las tres cooperativas agrícolas del Marquesat (Llombai, Catadau y Alfarp) ha estado este verano más cerca que nunca, aunque las reticencias de alguna junta rectora ha enfriado el proceso y los presidentes, partidarios de alcanzar un acuerdo que permita reducir costes y ser más competitivos, afrontan un proceso de concienciación para vencer la resistencia que la convergencia genera en algunos sectores.

Las tres entidades agruparon hacen un año sus secciones de suministros con la creación de una cooperativa de segundo grado y, ya entonces, los dirigentes agrarios coincidían en señalar que unidos serían más fuertes. En una coyuntura difícil para el campo que ya ha propiciado diferentes alianzas -sólo en la Ribera los acuerdos entre las cooperativas de Carlet y Guadassuar o l'Alcúdia y Alzira-, la posibilidad de unir las tres cooperativas del Marquesat ha estado sobre la mesa en los últimos meses y cuando parecía que el acuerdo se podía materializar, se ha enfriado, según confirman fuentes consultadas.

«La fusión de suministros ha funcionado bien, lo otro se encuentra en 'stand by'», resume José Bernardo Sanz, presidente de la cooperativa de Llombai, que asegura haber apostado firmemente por la fusión, pero admite que el posible acuerdo «no es fácil». «Es una lástima porque somos tres pueblos muy pequeños en el que, además, todas las familias están muy mezcladas y las juntas rectoras se deben concienciar, sobre todo alguna», indicó. Sanz alertó de que, con la actual coyuntura, la fusión «no es la solución» ya que no hay relevo generacional, pero dejó claro que si ésta no se produce «claudicamos». «No tenemos más remedio que fusionarnos o colaborar porque, por ejemplo, cada vez hay menos fruta de verano y se puede hacer en un solo almacén», apuntó.

«El futuro está cada vez peor»

En idéntico sentido se manifestó el presidente de la cooperativa de Alfarp, Salvador Cardete, que no dudó en señalar que «el futuro está cada vez peor» y que la fusión sería una forma de reducir gastos y conseguir prolongar la actividad algunos años. «La fusión no se acaba de concretar por problemas de campanario -la voluntad de conservar una entidad propia en cada pueblo-, pero o vamos a eso o iremos a cosas peores, porque cada vez se están abandonando más campos y hace falta una fusión o no sé donde iremos parar». Cardete señaló que el proceso está «verde», pero no se ha descartado ya que los presidentes tienen voluntad, y ahora tratarán de concienciar a la gente y vencer la resistencia de los consejos rectores.

Carlos Climent, presidente de la cooperativa de Catadau, reconoció que «voluntad siempre ha habido, pero hay problemas» y, si bien señaló que en estos momentos las conversaciones se han enfriado, admitió que la idea es «trabajar en ese camino». «Es muy complicado, hay gente muy reticente y se tiene que ir con mucho cuidado, tener paciencia y convencer a la gente de la necesidad de dar estos pasos», indicó Climent, que considera que con el tiempo «la gente se irá concienciando, voluntariamente o a la fuerza, de que este tipo de acuerdos van a ser precisos. Si no, si seguimos en esta rutina, el paso de las campañas lo va a acabar forzando». «Voluntad existe, ahora la cuestión es si se puede avanzar o no. No sabemos si es la fórmula porque la situación es muy difícil, pero es una forma de ver si el agricultor puede aguantar unos años. Si no haces nada, cada vez estará todo más negro», alertó.

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