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Alzira escolariza a una decena de alumnos en el colegio más lejano

Un grupo de padres reclama soluciones al suprimirse sin aviso la línea de transporte gratuito que unía los más de tres kilómetros que separan la urbanización El Racó y el colegio Lluis Vives

El colegio público Lluis Vives de Alzira, situado a las afueras de la ciudad, en una imagen de archivo.

Más de tres kilómetros para ir a la escuela. Es el trayecto que debe recorrer más de una decena de familias de Alzira para que sus hijos puedan asistir a clase. Literalmente, deben cruzar la ciudad de punta a punta ya que viven en urbanizaciones como El Racó o La Graella y el colegio al que deben asistir los menores es el Lluís Vives. Hasta el pasado curso todavía disponían de un servicio de transporte público que, según ellos mismos explican, se ha mantenido varios años pese a que no les correspondía tras un cambio normativo.

Para colmo, todo sucedió de repente. «El 29 de julio era el último día para realizar la solicitud de transporte escolar y, al día siguiente, el colegio informa a algunos padres de el servicio no funcionaría este año», relata Esther Muñoz. Al perder dicho servicio, se dirigieron al centro, al ayuntamiento y, en última instancia, a la Conselleria de Educación para recuperarlo o hallar una alternativa que evitara tener que cubrir diariamente un recorrido que, a pie y con mochilas, se antoja excesivo para estas familias, que no siempre pueden compatibilizar sus horarios laborales.

Fue durante una reunión con representantes de la conselleria, a la que también acudió el alcalde de Alzira, Diego Gómez, cuando les advirtieron de la anómala situación en la que se encuentran sin ser conscientes de ello. «La conselleria nos dijo que en 2016 había cambiado la normativa. Desde ese momento, Alzira dejaba de ser una única zona educativa y se dividía en dos, por lo que desde aquel momento el servicio de autobús no tendría que haber funcionado y podríamos haber elegido otro centro para nuestros hijos. Se supone que era algo que teníamos que saber pero que nadie jamás nos ha explicado ni notificado, no podemos estar pendientes de todas las leyes o reformas que se aplican», afirma Muñoz.

El problema se acrecienta porque, pese al cambio de normativa, pasado ese año todavía se destinaron nuevos alumnos que residían en la urbanización al colegio Lluis Vives. Es el caso de Georgiana Oltean: «Cuando matriculé a mi hijo hace dos años, nadie me habló de zonas ni de posibilidades cercanas. Directamente me dijeron que le tocaba ir a ese colegio, pero que no me preocupara porque existía esa línea de autobús. Ahora no está y yo no tengo coche ni carné, me he quedado sin trabajo y no me puedo permitir pagar un taxi todos los días. Es cierto que otros padres se han ofrecido para ayudarme, pero no eso no es una solución, mi hijo no puede estar pendiente de unos y de otros», comenta resignada.

No es el único caso nuevo que, pese al cambio de normativa, se ha inscrito en dicho centro a posteriori pese a la lejanía. «Hay más de un niño de Infantil al que, incluso después de 2016, se le ha asignado en el Lluís Vives pese a que sus padres lo colocaron como séptima opción porque, al menos, tenía ese medio de transporte. ¿Nadie veía que se estaban haciendo esas inscripciones y que estábamos fuera de nuestra zona?», se cuestiona Muñoz. «Lo peor de todo es que unos le tiran la culpa a los otros y nadie nos da una solución», añade.

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