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"Tenemos el mejor caqui, pero cuando entra el ‘cotonet’ provoca un desastre"

La plaga obliga a Alberto Lorente a tirar al suelo toda la fruta de un campo de Carlet que en 2019 produjo 42.000 kg pese al intento de salvar una parte

Alberto Lorente en el campo del que intentó rescatar sin éxito una parte de la cosecha.

«Tenemos un caqui impresionante y es lastimoso que acabe en tierra cuando hemos hecho todo lo que nos dicen y más. Cuando entra el ‘cotonet’ es un desastre». Alberto Lorente se resistía a dar por perdido un campo de diez hanegadas en el que el año pasado recolectó 42.000 kilos de caquis a pesar de que los técnicos de la cooperativa de Carlet lo habían descartado por el nivel de afección que había alcanzado la plaga. Solicitó expresamente la recolección al considerar que podía salvar un 20 o un 30 % de la cosecha y asumió el riesgo de tener que pagar por horas a los «collidors» si el necesario proceso de selección de la fruta ralentizaba los trabajos y no permitía alcanzar el ritmo normal.

Sus expectativas eran modestas. Rescatar 5.000 o 6.000 kilos de caqui que le permitieran cubrir al menos los gastos derivados del riego, comentaba antes de que los «collidors» entraran en la parcela, pero la realidad de la plaga se impuso cuando apenas habían recolectado unos pocos cajones. «No vale la pena», le dijo el cabo del grupo. Apenas había fruta con valor comercial y optó por minimizar pérdidas. Paralizó la recolección y empezó a tirar la fruta al suelo pensando en que los árboles descansen de cara a la próxima campaña. Pese al sentimiento de impotencia que, según reconoce, le invadió en ese momento, Alberto no desiste. A sus 52 años y tras toda una vida en el campo, tiene claro que «cambiar de profesión sería lo último». No obstante, advierte de que «si no hay solución y encima la fruta no alcanza buenos precios, mucha gente tendrá que abandonar y no habrá relevo generacional por lo que el campo en unos años se dejará perder». Por eso no duda en reclamar una solución a las restricciones que ha impuesto la Unión Europea en el uso de productos fitosanitarios que, a su juicio, han propiciado que el «cotonet» siga causando estragos en otoño.

La sensación de abatimiento que el miércoles vivió Alberto Lorente también la han experimentado otros agricultores de Carlet que han visto como el «cotonet» echaba a perder cosechas enteras de primera calidad. Hace quince o veinte días la plaga asomaba de forma leve en el campo, «como todos los años», relata Lorente. «Normalmente, aunque puede que algún campo tenga una afección algo mayor, la plaga se frena en septiembre, pero este año, en solo diez o quince días se ha extendido una barbaridad y como sigue haciendo calor se sigue reproduciendo y tenemos que volver a pulverizar para intentar controlarla, porque si entra en más campos sería el desastre total», comenta este agricultor que cultiva otras parcelas con una afección que, de momento, cifra entre el 20 y el 30 %. «Si no se para esto puede ser la ruina», apunta.

El sector ha denunciado con insistencia que la prohibición por parte de la UE de las materias activas más efectivas para combatir esta plaga, sin ofrecer una alternativa, ha dejado la agricultor indefenso contra el «cotonet». El término de Carlet se ha librado de otras plagas como la negrilla que está causando grandes mermas en otras localidades. Lorente confirma que estas limitaciones obligan a pulverizar «más de lo normal» con los insecticidas autorizados que no se muestran efectivos. «Intentamos hacer un caqui de calidad y el agricultor no escatima, nos estamos gastando dinero sabiendo que el precio del año pasado fue muy malo y la pérdida es muy grande», comentó. Los agricultores esperan como agua de mayo un descenso de las temperaturas que frene la expansión del «cotonet».

El presidente de la cooperativa de Carlet, Álvaro Nogués, ya alertó días atrás del daño que está provocando el «cotonet» al generar una merma de producción adicional a la que ya se había estimado al principio de la campaña. Nogués realizaba estas declaraciones después de que la comisión técnica de la cooperativa descartara recolectar los primeros cinco campos, con una producción próxima a los 150.000 kilos, por la elevada afección de la plaga. Detrás pueden llegar más.

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