No hay campeones sin mentores que les enseñen el camino del trabajo y el esfuerzo, que eventualmente lleva al triunfo. El título en el Mundial de Moto GP de Joan Mir no se entiende sin su paso por una de las mejores canteras de motociclismo, una escuela de talentos asentada en el Circuit Ricardo Tormo y conocida como Cuna de Campeones. Su director, el alberiquense Julián Miralles, tiene buena parte del éxito del piloto mallorquín. Y de otros anteriores. Y de los que, seguro, están por venir.

Así se lo reconoció el propio Mir tras conseguir el título de campeón de Moto GP, el primero de un piloto formado en la Cuna de Campeones. No es para menos. Tener talento sobre una moto no es algo tan excepcional, pero conducirlo hasta un título mundial es una labor complicada. Hay muchos grandes corredores que se han quedado sin recompensa. Miralles sabe lo que es alzar un título, lo hizo en el Campeonato de Europa de 80 cc en 1987. Tras su carrera como piloto, se bajó de la moto pero no la dejó de lado. Se convirtió en profesor para transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. De sus lecciones tomaron nota, entre otros, su hijo, Julián Miralles, Xavi Forés, Nico Terol, Héctor Barberá, Héctor Faubel, Jorge Martín, Franco Morbidelli, Arón Canet, Jaume Masiá o el propio Joan Mir.

En esa lista hay talento a raudales. Incluso cuatro campeones del mundo, que se dice pronto. Nico Terol fue el primero de los jóvenes salidos de la Cuna en conquistar una corona mundial, la de 125 cc en 2011. En 2017 le llegaría el turno a Morbidelli, que se alzó como el mejor en la categoría de Moto2. Hace dos años el éxito fue de Jorge Martín, que se llevó el mundial de Moto3. Y ahora suma el triunfo de Mir. El talento de todos ellos es innato, por supuesto. Pero para pulirlo estaban Miralles y todo el equipo que conforma la prestigiosa escuela valenciana. Habrá que esperar poco para ver un nuevo campeón del mundo que siga los pasos de Terol o Mir.